Yo feminista en el 2017

( a propósito del #8M y su potencia)

Compartiré algunos sentires sobre lo vivido el #8M y mi punto de partida será mi “YO FEMINISTA”. Sí, esa palabra que hasta hoy genera infinidad de preguntas, rechazos, asombro, confusiones intencionadas, resistencias, y a mí, sin embargo, me sigue cambiando la vida entera, me atraviesa el cuerpo y el pienso, me permite construir alternativas para ser yo misma, sin tantas cargas, culpas y miedos que nos metieron desde pequeñas,  por el sólo hecho de ser MUJERES.

Así comienza…

El #8M salí muy temprano (como todos los días para ir al trabajo), esperé horas el colectivo, cuando llegó, estaba repleto como cada mañana, aún así, el chofer continuó subiendo personas, con la típica frase “un poquito más al fondo…”, un viaje hasta Asunción de dos horas aproximadamente, preocupada por algún robo eventual y por supuesto, en evitar los roces frecuentes de tipos desconocidos, hechos que hace mucho dejé de “naturalizar” gracias a la mirada feminista, que me recuerdan además, cómo las injusticias se manifiestan tan sutiles desde muy tempranito para nosotras. En medio de toda la situación, tomé la decisión de pasar ese tiempo con auriculares puestos, recordando todas las plenarias realizadas para organizar el Paro, las reuniones del equipo increíble y cargado de pilas que se conformó para el Consultorio Jurídico Feminista del cual hice parte, las llamadas y mensajes de muchas mujeres en los días previos para compartir casos de violencia, de atropellos laborales, además de consultas sobre el Paro y voluntades tan diversas para colaborar;  mi cabeza por un momento reconoció una sensación nueva, un #8M a diferencia de otros años, y fue que esta vez a una cantidad importante de personas en Paraguay no le quedó otra que escuchar nuestras demandas, vernos (muchas, juntas y fuertes); ese día se hizo más difícil tapar una realidad tan hostil para las mujeres en nuestro país así nomás.

Llegué por fin a la Plaza O’Leary de Asunción, en donde preparamos el Consultorio Jurídico Feminista (CJF). Durante toda la mañana y tarde, el equipo del Consultorio recibió a mujeres con sus casos específicos, en un espacio pensado con mucho cuidado, libre de discriminaciones y cargado de compromiso, incluso con la instalación de un lugar para niñas y niños, en especial para aquellas mujeres que se acercaron con sus hijas e hijos. Con la experiencia comprendí lo importante que es poner las ideas en un colectivo para sumarle fuerza, romper los compartimientos estancos e individualistas que nos enseñaron en la Universidad y juntarnos entre abogadas/os, psicólogas/os, sociólogas/as, estudiantes y profesionales, que tuvimos que debatir objetivos y miradas comunes previamente para atender cada caso.

Repartí abrazos largos, sonrisas, palabras de fuerza a cada una de las mujeres que se acercaron al Consultorio y pude conectarme profundamente con sus historias. Todas las veces que compartí con ellas la frase “no estás sola y juntas somos más fuertes”,

sentí la convicción de esta lucha feminista, que está cargada de sentido, de motivos de ser y existir, además, me llenó de alegría ver a cada compañera y compañero del equipo con sus aportes y colaboraciones, cada una/o haciendo una tarea de la mejor manera posible, en un clima de respeto y buena onda durante todas las horas que estuvimos en la Plaza, fue una experiencia de múltiples aprendizajes que marcó el inicio de otras acciones colectivas futuras.

Ya en la preparación de la marcha, la Plaza Uruguaya estuvo vestida de colores, de expresiones artísticas, de cuerpos y rostros que irradiaban entusiasmo, alegría y fuerza, ocupada de mil maneras por todos los feminismos, sí, así en plural, porque es lo que somos, diversas y cada vez más en cantidad y en ideas.

Vi además muchas niñas y niños con mensajes y demandas propias reflejados en sus carteles, me recordó a mi mamá que desde pequeña me llevó a las marchas, era una de sus formas de educación, y hoy lo veo como una de las mejores muestras de amor, porque me inyectaron fuerza y no miedos, libertad y mucha humanidad.  Marché con colores en el pelo, mi pañuelo violeta, mi remera feminista al igual que miles de mujeres ese día, estuve paso a paso gritando consignas y bailando junto a mis compañeras de Las Ramonas, que además me enseñan tanto a través de cada acción colectiva que impulsamos; incluso al lado de mi compañero de vida, con quien por fin aprendí que elegir una pareja  también es un acto profundamente feminista y revolucionario. Me invadió una emoción infinita durante todo el recorrido de la marcha, compartí gritos, cánticos, miradas y risas con otras mujeres presentes, supuestamente “desconocidas”, pero sin embargo, en ese momento preciso las más  hermanadas, cómplices y compañeras. Cuando llegamos a la Plaza de la Democracia para el Festival, nos recibió la voz bellísima de Ana Tijoux, con su “hit feminista Antipatriarca”, ya no me encontraba sola escuchando el tema desde mis auriculares caminando o en el colectivo, intentando paliar las posibles situaciones de acoso, éramos miles gritando la letra con mucha fuerza y alegría para que la escuche el país entero. Con la lectura del manifiesto por compañeras tan diversas, me reflejé en cada una de las demandas, me emocioné, hasta dejé caer algunas lágrimas, fue un día de lucha y de fiesta.

Empecé el escrito haciendo énfasis en mi YO FEMINISTA, porque cuando me reconocí como una,  el feminismo en Paraguay era como ese cuco grande que te atrapa y te vuelve una histérica, una “argelada”, te quita lo “femenina”, aquel que provoca la multiplicación de comentarios de desaprobación de tus ideas y pensamientos o concentra las miradas en donde vayas, en reuniones de amigos, la Universidad, los almuerzos familiares, incluso hace más difícil tus relaciones personales como las de pareja. Sin embargo, más allá de todas esas marcas desinformadas o exageradas que hasta hoy siguen depositando en nosotras, me parece oportuno contar que Mi YO FEMINISTA hoy, en el 2017, sigue más fuerte que nunca y el #8M me lo recordó, lo fijó aún más en mi cabeza, me cargó de energías y emoción, porque el feminismo a mí me dio herramientas para comprender la realidad de forma más crítica,  para desnaturalizar las injusticias sociales y hacerme más preguntas, me interpeló con mis propias contradicciones, me ayudó a dejar de mirar el ombligo y apostar a la construcción colectiva de estrategias y alternativas de vida con otras mujeres, desde el reconocimiento, la solidaridad, la sororidad, el amor propio; así también, encontré personas maravillosas durante este camino, con quienes comparto piensos, sueños y utopías que nos empujan a continuar creciendo, nunca más solas, sino juntas, a sabernos muchas y poderosas, por nosotras, por las que vendrán, porque esta vez fuimos miles, pero podemos ser millones. ¡Por más #8m potentes y emancipadores!

YO FEMINISTA, NOSOTRAS (LAS MUCHAS, LAS JUNTAS, LAS FUERTES) FEMINISTA(S).