Y tembló nomás de alegría la tierra al caer la tarde…

No puedo dejar de pensar  en la poderosa participación de niñas y niños en una marcha tan simbólica para su presente y su futuro como fue la del 8M.

Particularmente se abrió una oportunidad más para reflexionar, compartir la experiencia inolvidable y llena de aprendizajes con mi hija/o .  Desde el inicio de la organización estuvieron curiosos, atentos a lo que surgía, querían  estar presentes en las reuniones, como también  hacer  las invitaciones a la marcha por las redes y  que todos se enteren porqué ellos se sumaban ,  querían transmitir sus deseos de igualdad para el mundo .  Llegó el gran día,  y en ellos cabía todo;  ansiedad, alegría, y  orgullo por ser parte de todo.

Esa tarde la movilización fue histórica, donde los feminismos inclusivos e interseccionales y mujeres de todas las edades, con diferencias culturales, económicas, políticas y múltiples identidades se hicieron sentir, se unieron en un grito común contra las opresiones de clase y de género.

La mayoría de la gente fueron mujeres, adolescentes, niñas y niños, pero un número también de  varones aliados que estuvieron acompañando y marchando, que van entendiendo que el sexismo y la misoginia es un problema que  incumbe a toda la sociedad.

Decimos que los niños y niñas son el futuro de una humanidad más igualitaria y justa , pero no podemos  quedarnos más en bellos discursos y no involucrarnos en el día a día para que ello pueda suceder ,  no alcanzan los buenos deseos  para asegurarles vidas dignas y protegerlos de tantas violencias, desigualdades e injusticias .  Sabemos que están expuestos a maltratos, abusos sexuales y explotación desde edades muy tempranas y que no estamos haciendo lo suficiente como sociedad para cuidarlos y asegurarles una vida libre de adultocentrismos  y violencias.  El  problema se vuelve más complejo cuando las estadísticas nos confirman que los lugares donde son más vulnerables coinciden paradójicamente con aquellos donde más protegidos deberían estar: la casa, el colegio, la iglesia,  y el Estado…ausente.

Es necesario y es un derecho que entre en las casas y  en las aulas, la educación libre de estereotipos sexistas, la educación afectivo-sexual científica-laica, una educación basada en parámetros de igualdad  y de la no dominación , que  niñas , niños y adolescentes  puedan  desnaturalizar ,  reconocer  y no callar desde  violencias sutiles hasta las  más explicitas  . (También podrán poner filtro y desmontar todos los mensajes dañinos que transmiten los medios de comunicación).

Como adultos queremos contar  otras narrativas sanas  para ofrecerles a nuestros niñas/os y adolescentes reconocerlos  como sujetos de derecho, empoderarlas/os,  que aprendan a ser individuos libres y responsables, relacionarnos con respeto y solidaridad con toda/os,  y que puedan construir relaciones equitativas de género.  El 8M reflejó la toma de conciencia de que la lucha feminista es justa  y que está cada vez más extendida,  que nos urge construir un nuevo imaginario social, apuntar a transformar las viejas subjetividades, las arcaicas cadenas, por las igualitarias, libres y sanas relaciones entre hombres, mujeres, niñas y niños.


Las campesinas venimos a la ciudad para que nos vean

Lo que sucedió el 08 de marzo en Paraguay fue histórico. Desde las organizaciones sociales y sobre todo, desde las organizaciones de mujeres, siempre conmemoramos y reivindicamos el 08 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, pero siempre fue una conmemoración por separada,  cada uno, cada sector  por su lado.

Esta vuelta, este año, hubo unidad. Parece ser que al fin entendimos las mujeres que sin unidad  no podemos construir y posicionar nuestros reclamos ante las situaciones de violencia que vivimos todo el tiempo, esa violencia histórica dentro de nuestra sociedad.

Las mujeres y las organizaciones campesinas siempre entendimos que venir a  Asunción era la única forma de que se nos viera, se nos escuchara.  Esta vez, sucedió lo mismo, si bien tuvimos un apoyo importante de compañeras comunicadoras para visibilizarnos, para conseguirnos espacios en los medios de comunicación, sabemos que las movilizaciones del interior tuvieron pocas repercusiones en los medios de comunicación a nivel nacional.

Aun así, y con todo, fue la primera vez que en ABC Color nos publicó con nuestros reclamos sobre los agrotóxicos. ¡Eso sí que es un avance!

Las mujeres campesinas también dimos nuestro grano de arena para que este 8M fuera una fiesta como se vivió en Asunción, aunque para nosotras era una oportunidad de denuncia más que de fiesta, una oportunidad de ir frente al Instituto de Desarrollo Social y de la Tierra (INDERT) y frente al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) para decir ¡basta ya de violencia estatal! y es hora de reconocer a las mujeres campesinas como productoras y como actoras de la agricultura familiar campesina.

Más de 300 mujeres campesinas nos encontramos en la Plaza Uruguaya ese  8 de marzo para hablar de cómo el modelo de desarrollo nos excluye, nos persigue y nos acogota a las mujeres que creemos que la tierra es un derecho para las mujeres.  Luego, nos unimos a las más de 10 mil mujeres que ese día unánimemente dijimos ¡queremos vivir  libres de violencia! Para nosotras, las mujeres campesinas y de organizaciones sociales, el 08 de Marzo es un día de compromiso y creemos que esa marcha representó una esperanza de que es posible comprometernos entre todas, las campesinas, las indígenas y las de la ciudad,  a hacer otro Paraguay, urgente y necesario.

 

 

8M Paraguay. Foto: Luis Fernando Morel

 

Nuestro comunicado de Mujeres Libres de Violencia:

Las Mujeres Libres de Violencia nos unimos desde Paraguay de manera permanente al  Paro Mundial de las mujeres del 08 de Marzo y venimos a denunciar los atropellos a nuestros derechos  y los asesinatos constantes de nuestras compañeras y compañeros:

-Embarazo precoz de niñas y adolescentes: Denunciamos la desidia del Estado que no garantiza los derechos a la educación sexual  a las niñas y adolescentes y las obliga a ser madres, aun siendo víctimas de abusos sexuales. 

-Desalojos violentos: Las mujeres campesinas y las niñas son las principales víctimas de los desalojos violentos.

-Criminalización de las luchas sociales: Las mujeres en lucha somos perseguidas de diferentes maneras desde el Estado cuando defendemos nuestros derechos. Nos convierten fácilmente en criminales porque somos pobres, y porque el Estado es incapaz de dar soluciones a los problemas sociales de  nuestro país.

-Uso indiscriminado de agrotóxicos en nuestros territorios: El Estado no ofrece garantías a la población campesina para vivir en  un ambiente libre de agrotóxicos.

-Muertes de nuestras compañeras en manos de sus parejas por la falta de justicia: De los 11 casos de feminicidios ocurridos en lo que va del año 2017, sólo dos ocurrieron  en el departamento central.  9 ocurrieron en el interior del país.

-Abuso sexual en niños/as: Los abusos sexuales en el interior son normalizados por el Estado y por la sociedad.

-Discriminación en los hospitales públicos por ser campesinas e indígenas.

Nos unimos a los reclamos de las compañeras mujeres otros sectores. Repudiamos el acoso a las estudiantes y todas formas de violencia con las mujeres.

Exigimos justicia en el cumplimiento de nuestros derechos humanos .La tierra es de quien la trabaja. Queremos una reforma agraria que garantice asistencia crediticia a las  mujeres campesinas productoras. El Estado debe garantizar el acceso a la tierra, a la salud y la educación. Queremos vivir libres de agrotóxicos. ¡Queremos vida digna! ¡Queremos vivir libres de violencia!

Organizaciones: Federación de Mujeres del Paraguay (FMP)- Asociación Campesina   Indígena del Guairá (ACIG)-Asociación Campesina San Joaquín-Coordinadora de Trabajadores  Campesinos y Urbanos (CTCU)-Cultiva Paraguay-Coordinadora de Mujeres Campesinas de Concepción-Organización Zonal de Agricultores Ecológicos (OZAE)- Coordinadora de Mujeres Campesinas de Cordillera-Koeju Pyahu de Arroyito-Centro de Documentación y Estudios


¡Cuestión de tiempo!

Desde hace 15 años estoy en el movimiento feminista, y desde que estoy, venimos insistiendo en la importancia de generar “masa crítica”: ese porcentaje mínimo de gente que tiene que cambiar su modo de pensar para que el cambio social, cualquier cambio social, sea irreversible.Y el 8M para mí quedó claro que estamos muy cerquita de tener masa crítica. Sí, en Paraguay.

Increíble pero cierto: Los últimos dos años nuestras movilizaciones se llenaron de mujeres jóvenes que con orgullo se dicen feministas. También hay más hombres interesados en sumarse a la lucha por la igualdad de género, conscientes de que la desigualdad también les afecta y, algunos más y otros menos, con ganas de cuestionar sus privilegios. Y, sobre todo, el indicador de ver a mujeres indígenas y campesinas, comprometidas con sus luchas desde esas identidades pero con la claridad de que el género también juega un rol clave en la discriminación que sufren.

Las barreras culturales continúan, y en algunos casos las barreras legales (siempre tengo en mi cabeza a las trabajadoras domésticas, discriminadas en la propia ley), pero el caso es que a pesar de eso, las mujeres paraguayas estamos convencidas de que nada, ninguna ley ni barrera formal o cultural nos va a impedir alcanzar la igualdad y la justicia. Es cuestión de tiempo, pero ese objetivo lo vamos a conseguir. Juntas y organizadas lo vamos a conseguir.


Juntas

“Ya opáma (terminó) el festejo de la mujer, ahora a trabajar”, decía uno de los primeros mensajes que leí en mi celular al día siguiente del Paro Internacional de Mujeres. Fue de un compañero de trabajo. Agregó otro colega en la misma conversación, también con el mismo tono burlón: “…Si quieren ser igual que los varones”.

Ese mensaje es solo un ejemplo, casi insignificante. El día a día de todas las mujeres es un desafío en este país. La agresión es permanente. No lo digo en un ánimo de  victimización –que es una de las tantas acusaciones que propinan quienes critican el discurso feminista– sino porque es la realidad.

Al día siguiente de la marcha, yo estaba feliz. Después de  tanto leer sobre los eventos recientes en otros países acerca de las conquistas de las mujeres, por fin pude sentirlo, en mi país, el 8 de marzo de 2017. No me voy a cansar de escribir esa fecha. Por fin tuve esperanza.

Pero no terminó allí. Lo último que leí en esa conversación, que escribió el segundo interviniente –nunca antes despierto tan temprano ni tan preocupado por el trabajo– fue que “el primer paso para ser igual a un hombre es no enojarse ni reaccionar inmediatamente”.

Igual, yo estaba tan feliz e ignoré el resto de los mensajes. No es la primera vez que manifiestan una actitud machista en un momento clave.

Pero esta vez fue diferente. Por fin sentía que no estaba sola. Pido disculpas a todas por permitir que el pesimismo que me absorbía en lo cotidiano me haya hecho pensar que no éramos tantas…. Somos muchas pero estábamos dispersas.

Nuestro día a día ya no va a ser igual, porque estamos juntas. La noche del 8, en la Plaza de la Democracia, lo prometimos con alegría y firmeza: No hay vuelta atrás.

Fue esa unidad la que, cuanto menos, incomodó a varios sectores de la sociedad. Y derivó en mensajes de celulares y quién sabe en qué otras formas más. Estoy segura que peores.

Sin saberlo, la persona que envió este “desafortunado” mensaje, desafió el tema de la principal actividad de la jornada: el paro. “Si nuestro trabajo no vale, que produzcan sin nosotras”, fue el lema de la movilización. En medio de su burla, confirmó lo que se buscaba evidenciar: que el trabajo de las mujeres vale.

Los “cuestionamientos” a la histórica jornada vivida en Paraguay siguieron en las conversaciones, en las redes sociales, en los medios de comunicación y en otros espacios. La repercusión que se tuvo demostró que algo importante acababa de suceder.

Esto seguirá. Pero será diferente, porque sabemos que no estamos solas.

Y con respecto a la unidad… El calor de ese día solo pudo ser superado por la calidez humana, manifestada en una diversidad nunca antes vista. Una vez más, apelando a mi pesimismo arrepentido, me atrevo a decir que jamás habría pensado que en algún momento marcharía por Asunción al son de cánticos feministas al lado de amigas provenientes de familias religiosas o de partidos políticos tradicionales. O que ellas compartirían espacios con trans y lesbianas.

Pero ahí estuvimos. Juntas. Y seguiremos estando, porque nos une el deseo y la necesidad de igualdad para las mujeres. No hay mensaje de texto que pueda cambiar lo que ocurrió y lo que seguirá ocurriendo. Ni burlas, ni silbidos, ni acosos, ni golpes, ni violaciones, ni feminicidios.

 

 

 

 


El #8M fue la excusa perfecta para articular luchas en Alto Paraná

 

Desde hace tiempo, en Alto Paraná existen organizaciones que aglutinan mujeres en torno a diversas causas. Podríamos mencionar a CDE Amamanta, un grupo de madres que promueve la lactancia materna, defendiendo el derecho a amamantar sin restricciones y que surgió cuando a una madre la expulsaron de un shopping por dar de mamar. También existe el colectivo El Parto es mío, que congrega a mujeres en la lucha por un parto respetado, combatiendo la mercantilización de la salud y nuestros cuerpos. Existen otras organizaciones donde las mujeres menores de edad asumen un papel protagónico como la Coordinación Nacional de Niños, Niñas y Adolescentes, los centros de estudiantes de los colegios, donde son las chicas quienes encabezaron las últimas manifestaciones.

 

La discusión sobre los problemas que nos afectan por ser mujeres en la región estaba ya presente en esta parte del país, impulsada por estos grupos, por ejemplo en las redes sociales con incipientes grupos de whatsapp donde se hacía una catarsis permanente sobre la violencia cotidiana como el acoso callejero. En varias oportunidades se pensó en un encuentro, una ronda de tereré para conversar y gestar algunas acciones. Sin embargo, fue el Paro Internacional de Mujeres el que logró convocar a todos estos grupos dispersos.

Desde inicios de febrero de 2017 se iniciaron las reuniones en espacios como el Shopping Zuni (en días de lluvia u horarios nocturnos) y el Lago de la República de Ciudad del Este. La intención: debatir sobre los distintos problemas que nos afectan como mujeres en un sistema de desigualdad social, política y económica. El grupo iba creciendo cada vez más, tanto en las reuniones como en los grupos virtuales. Llegaban chicas de Presidente Franco, de Hernandarias, de Minga Guazú. Había cada vez más adhesiones y empezaron a brotar denuncias de violencia y explotación de mujeres, a medida que referentes del colectivo en gestación eran entrevistadas en medios de comunicación local.

En los debates internos surgían las diferentes posiciones, ante los diversos problemas. Sin embargo, las divergencias no fueron impedimento para fortalecer la organización, al contrario, la enriquecieron. En el proceso de definición de las reivindicaciones decidimos analizar la realidad regional y construirlas desde ahí. A la hora de pensar qué acciones realizar en adhesión al Paro, se analizó la factibilidad de una huelga y nos encontramos con dificultades como la falta de garantías, las posibles represalias y despidos que sufrirían las trabajadoras adheridas, la poca o nula sindicalización. Por ese motivo, se optó por un acto público breve pero contundente que facilite la mayor participación posible y permita dar visibilidad a nuestras demandas.

En Ciudad del Este, el Paro Internacional de Mujeres no se limitó a la acción del 8 de marzo, sino fue más bien un conjunto de acciones. Volanteadas en espacios públicos, visitas a medios de comunicación, reuniones de debate, reflexión y organización, la preparación de un festival en Homenaje a la Mujer Paraguaya que finalmente no se concretó, pero que sigue pendiente. Finalmente, el #8M se realizó una plenaria en la Plaza de la Paz y luego se marchó por avenidas principales del microcentro. Fue la primera vez, que mujeres diversas tomaban las calles de la ciudad pidiendo a gritos libertad, justicia para las víctimas abuso y feminicidio, seguridad en todos los aspectos y respeto a sus derechos.

 

Como resultado de todas estas experiencias se creó la Articulación de Mujeres del Alto Paraná con el desafío y el compromiso de continuar luchando unidas en la diversidad. Nos aglutinamos y movilizamos por los siguientes motivos:

  1. Por todas las mujeres golpeadas, violadas y asesinadas, por el fin de la violencia contra las mujeres.
  2. Para que la justicia responda eficazmente ante nuestros derechos y los casos de violencia no queden solo en estadísticas.
  3. Por el fin del acoso callejero, por la libertad de circular seguras y sin miedo en los espacios públicos.
  4. Por el fin del acoso laboral y asedio sexual en los lugares de trabajo, para que nuestros cuerpos no sean objeto de mercantilización.
  5. Para que se tomen medidas contra el acoso sexual en las escuelas y universidades.
  6. Por un sistema educativo que contribuya a construir la igualdad entre hombres y mujeres.
  7. Paramos porque tenemos derecho a una educación sexual.
  8. Por el fin del criadazgo, que no constituye ningún favor, sino una forma de esclavitud moderna.
  9. Para que las tareas domésticas y de cuidado sean reconocidas como trabajo y valoradas como tal.
  10. Paramos para que las tareas de cuidado sean responsabilidad de toda la sociedad.
  11. Por más respeto, calidad y calidez en los servicios de salud para las mujeres, por el fin de la violencia obstétrica y por un parto humanizado.
  12. Para que el Estado paraguayo implemente acciones concretas para prevenir embarazos y maternidades infantiles forzadas y para combatir de forma adecuada la violencia sexual que los provoca.
  13. Por la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres en todos los ámbitos de la sociedad.
  14. Por políticas públicas serias y eficaces ante la vulnerabilidad económica de las mujeres.
  15. Por el fin de la trata de personas y una atención adecuada en zonas de frontera, donde las mujeres se encuentran en mayor situación de vulnerabilidad.
  16. Por más albergues para mujeres víctimas de violencia.
  17. Paramos por el fin de la violencia institucional y la corrupción en Paraguay.

Y aun cuando nuestras demandas al Estado y la sociedad han sido claramente difundidas desde un principio, surgió la campaña del #YONOPARO, promovida principalmente por sectores religiosos. Con mensajes en las redes y a través de los medios masivos de comunicación, se encargaron de tergiversar los motivos que nos impulsaron a unirnos al Paro Internacional de Mujeres, fuimos víctimas de todo tipo de difamaciones. Sin embargo, la campaña fue de doble filo. Buscó desmovilizar, pero nos dio mayor visibilidad.

Nosotras, quienes nos adherimos y participamos activamente del Paro Internacional de Mujeres desde Ciudad del Este seguimos unidas y con firmeza. Somos conscientes de que la lucha es cotidiana y debe ser constante. El debate debe continuar y pensamos también en espacios de formación para entender mejor el funcionamiento de este sistema capitalista y patriarcal. Estamos comprometidas. Vivimos en una de las regiones más conservadoras del país, con un sistema altamente represivo y una serie de condiciones que obstaculizan la organización y manifestación pública. Aun así, estamos convencidas de las causas que nos movilizan y seguiremos adelante. ¡Ni un paso atrás! ¡No queremos ni una menos! ¡Vivas nos queremos!

 

 


El día que nos unimos

 

 

El #8M logró unirnos, dejar de lado nuestras diferencias, entregar tiempo, talento, creatividad y ternura. Ahora les explico cómo y porqué.

Me llamo Noelia Díaz Esquivel, soy periodista y trabajo en televisión hace 15 años. Hace algunos pocos años formo parte del Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP) y en las últimas elecciones,  fui electa secretaria de género. Por diversos motivos, que las mujeres sabemos de sobra, no se trabajó mucho desde esta secretaría, a pesar de que existen muchas situaciones que atender desde el gremio en favor de las mujeres comunicadoras y trabajadoras de prensa.

Me autoconvoqué, después de saber que un grupo de mujeres paraguayas se reunirían en la Plaza Italia, de Asunción, para organizarse y poder formar parte del #ParoInternacionalDeMujeres capítulo Paraguay.

Tras esas primeras asambleas,  las integrantes del Sindicato expresaron el deseo de formar parte de las cerca de 70 organizaciones nacionales que se sumaron al paro. Y se creó un grupo de WhatsApp, coordinamos, nos reunimos y nos organizamos. Hablamos de nuestros principales reclamos y decidimos reivindicar los siguientes puntos:

–      Igualdad salarial respecto a los colegas hombres.

–      Mismas oportunidades para acceder a direcciones, jefaturas y conducciones principales, respecto a nuestros colegas hombres.

–      El cumplimiento de leyes vigentes (ley de lactancia, permisos por maternidad, lactarios y guarderías).

–      Basta de acosos sexuales y de violencia en los ambientes laborales.

Creímos que nuestros reclamos debían estar respaldados por datos concretos respecto a nuestra realidad y acordamos crear un grupo cerrado en Facebook, al cual invitamos a las colegas periodistas y productoras de la mayoría de los medios de comunicación, además a las comunicadoras independientes o que realizan su labor en instituciones públicas y privadas.

Mónica Bareiro, periodista del diario ABC color, creo una encuesta y la compartió en la red social. Las mujeres contestaron y estos fueron los resultados:

La encuesta fue socializada el miércoles 8 de marzo en coincidencia con el día del paro. Fue genial cómo colegas de medios radiales nos contactaron para entrevistarnos respecto al resultado del sondeo. Desde los medios de comunicación, paradójicamente a nuestra tarea diaria, casi nunca denunciamos las injusticias que nos tocan vivir como trabajadores/ras, porque siempre está presente el miedo a perder los puestos de trabajo, a pesar de que las condiciones laborales no sean las mejores.

Lo cierto es que hicimos visibles nuestros históricos reclamos, el grupo cerrado en Facebook sigue vigente y deseamos que sea un medio de denuncias, solidaridad y acompañamiento entre colegas. Está prevista una asamblea para que las chicas podamos sentarnos a compartir nuestras experiencias laborales, porqué no, también personales y logremos, juntas, construir una hoja de ruta que nos conduzca a mejorar los duros números de la encuesta.


Yo feminista en el 2017

( a propósito del #8M y su potencia)

Compartiré algunos sentires sobre lo vivido el #8M y mi punto de partida será mi “YO FEMINISTA”. Sí, esa palabra que hasta hoy genera infinidad de preguntas, rechazos, asombro, confusiones intencionadas, resistencias, y a mí, sin embargo, me sigue cambiando la vida entera, me atraviesa el cuerpo y el pienso, me permite construir alternativas para ser yo misma, sin tantas cargas, culpas y miedos que nos metieron desde pequeñas,  por el sólo hecho de ser MUJERES.

Así comienza…

El #8M salí muy temprano (como todos los días para ir al trabajo), esperé horas el colectivo, cuando llegó, estaba repleto como cada mañana, aún así, el chofer continuó subiendo personas, con la típica frase “un poquito más al fondo…”, un viaje hasta Asunción de dos horas aproximadamente, preocupada por algún robo eventual y por supuesto, en evitar los roces frecuentes de tipos desconocidos, hechos que hace mucho dejé de “naturalizar” gracias a la mirada feminista, que me recuerdan además, cómo las injusticias se manifiestan tan sutiles desde muy tempranito para nosotras. En medio de toda la situación, tomé la decisión de pasar ese tiempo con auriculares puestos, recordando todas las plenarias realizadas para organizar el Paro, las reuniones del equipo increíble y cargado de pilas que se conformó para el Consultorio Jurídico Feminista del cual hice parte, las llamadas y mensajes de muchas mujeres en los días previos para compartir casos de violencia, de atropellos laborales, además de consultas sobre el Paro y voluntades tan diversas para colaborar;  mi cabeza por un momento reconoció una sensación nueva, un #8M a diferencia de otros años, y fue que esta vez a una cantidad importante de personas en Paraguay no le quedó otra que escuchar nuestras demandas, vernos (muchas, juntas y fuertes); ese día se hizo más difícil tapar una realidad tan hostil para las mujeres en nuestro país así nomás.

Llegué por fin a la Plaza O’Leary de Asunción, en donde preparamos el Consultorio Jurídico Feminista (CJF). Durante toda la mañana y tarde, el equipo del Consultorio recibió a mujeres con sus casos específicos, en un espacio pensado con mucho cuidado, libre de discriminaciones y cargado de compromiso, incluso con la instalación de un lugar para niñas y niños, en especial para aquellas mujeres que se acercaron con sus hijas e hijos. Con la experiencia comprendí lo importante que es poner las ideas en un colectivo para sumarle fuerza, romper los compartimientos estancos e individualistas que nos enseñaron en la Universidad y juntarnos entre abogadas/os, psicólogas/os, sociólogas/as, estudiantes y profesionales, que tuvimos que debatir objetivos y miradas comunes previamente para atender cada caso.

Repartí abrazos largos, sonrisas, palabras de fuerza a cada una de las mujeres que se acercaron al Consultorio y pude conectarme profundamente con sus historias. Todas las veces que compartí con ellas la frase “no estás sola y juntas somos más fuertes”,

sentí la convicción de esta lucha feminista, que está cargada de sentido, de motivos de ser y existir, además, me llenó de alegría ver a cada compañera y compañero del equipo con sus aportes y colaboraciones, cada una/o haciendo una tarea de la mejor manera posible, en un clima de respeto y buena onda durante todas las horas que estuvimos en la Plaza, fue una experiencia de múltiples aprendizajes que marcó el inicio de otras acciones colectivas futuras.

Ya en la preparación de la marcha, la Plaza Uruguaya estuvo vestida de colores, de expresiones artísticas, de cuerpos y rostros que irradiaban entusiasmo, alegría y fuerza, ocupada de mil maneras por todos los feminismos, sí, así en plural, porque es lo que somos, diversas y cada vez más en cantidad y en ideas.

Vi además muchas niñas y niños con mensajes y demandas propias reflejados en sus carteles, me recordó a mi mamá que desde pequeña me llevó a las marchas, era una de sus formas de educación, y hoy lo veo como una de las mejores muestras de amor, porque me inyectaron fuerza y no miedos, libertad y mucha humanidad.  Marché con colores en el pelo, mi pañuelo violeta, mi remera feminista al igual que miles de mujeres ese día, estuve paso a paso gritando consignas y bailando junto a mis compañeras de Las Ramonas, que además me enseñan tanto a través de cada acción colectiva que impulsamos; incluso al lado de mi compañero de vida, con quien por fin aprendí que elegir una pareja  también es un acto profundamente feminista y revolucionario. Me invadió una emoción infinita durante todo el recorrido de la marcha, compartí gritos, cánticos, miradas y risas con otras mujeres presentes, supuestamente “desconocidas”, pero sin embargo, en ese momento preciso las más  hermanadas, cómplices y compañeras. Cuando llegamos a la Plaza de la Democracia para el Festival, nos recibió la voz bellísima de Ana Tijoux, con su “hit feminista Antipatriarca”, ya no me encontraba sola escuchando el tema desde mis auriculares caminando o en el colectivo, intentando paliar las posibles situaciones de acoso, éramos miles gritando la letra con mucha fuerza y alegría para que la escuche el país entero. Con la lectura del manifiesto por compañeras tan diversas, me reflejé en cada una de las demandas, me emocioné, hasta dejé caer algunas lágrimas, fue un día de lucha y de fiesta.

Empecé el escrito haciendo énfasis en mi YO FEMINISTA, porque cuando me reconocí como una,  el feminismo en Paraguay era como ese cuco grande que te atrapa y te vuelve una histérica, una “argelada”, te quita lo “femenina”, aquel que provoca la multiplicación de comentarios de desaprobación de tus ideas y pensamientos o concentra las miradas en donde vayas, en reuniones de amigos, la Universidad, los almuerzos familiares, incluso hace más difícil tus relaciones personales como las de pareja. Sin embargo, más allá de todas esas marcas desinformadas o exageradas que hasta hoy siguen depositando en nosotras, me parece oportuno contar que Mi YO FEMINISTA hoy, en el 2017, sigue más fuerte que nunca y el #8M me lo recordó, lo fijó aún más en mi cabeza, me cargó de energías y emoción, porque el feminismo a mí me dio herramientas para comprender la realidad de forma más crítica,  para desnaturalizar las injusticias sociales y hacerme más preguntas, me interpeló con mis propias contradicciones, me ayudó a dejar de mirar el ombligo y apostar a la construcción colectiva de estrategias y alternativas de vida con otras mujeres, desde el reconocimiento, la solidaridad, la sororidad, el amor propio; así también, encontré personas maravillosas durante este camino, con quienes comparto piensos, sueños y utopías que nos empujan a continuar creciendo, nunca más solas, sino juntas, a sabernos muchas y poderosas, por nosotras, por las que vendrán, porque esta vez fuimos miles, pero podemos ser millones. ¡Por más #8m potentes y emancipadores!

YO FEMINISTA, NOSOTRAS (LAS MUCHAS, LAS JUNTAS, LAS FUERTES) FEMINISTA(S).

 


Un 8M diferente y el poder de lo colectivo

 

Es  difícil borrar la sonrisa de los rostros de feministas paraguayas en estos días. Esas sonrisas que empezaron a esbozarse en la madrugada del 8 de marzo cuando se recibían las primeras fotos de Lambaré, con su burrerita vestida de fucsia y su indio coronado con una pañoleta,  de Caaguazú, con activistas que juntaron monedas una a una para hacerse de camisetas y  estaban ya con  sus banderas en la plaza, de Encarnación, donde mujeres de Paraguay y Argentina  se fundieron en un abrazo en el medio del puente que une a ambos países.

Foto: Natalia Ruiz Díaz

Eran sonrisas que se fueron ampliando cuando en la Plaza O’Leary  de Asunción empezó a juntarse gente para trabajar o participar de las diversas actividades: estudiantes de derecho y abogadas del consultorio jurídico feminista, responsables de Rohendu, el servicio de atención a mujeres lesbianas, asesoras sindicales  brindando información, trabajadoras domésticas con sus reivindicaciones, mujeres en búsqueda de remeras pintadas con el 8M o de una clase de autodefensa.

A las 18 horas las expresiones  satisfechas convergían ya en una  auténtica explosión de alegría ante la masiva llegada de gente a la Plaza Uruguaya, convirtiéndola en un mar de fucsia y lila. Esa alegría se desplegó por muchas cuadras en la calle Palma: mientras llegaban las compañeras que encabezaban la marcha a la Plaza de la Democracia  aún  no terminaban de salir las últimas de México Mariscal Estigarribia. El  despliegue fue también de reclamos, en diversidad  y sororidad, donde todo tuvo cabida: carteles con demandas, música, teatro, cuerpos pintados,  tetazos. Saludarnos, alegrarnos juntas y cuidarnos  fueron consignas plenamente compartidas, además de aquellas que exigían el cese de los feminicidios, una vida libre de violencia, igualdad laboral, paridad en el poder político y social, entre tantas de las que se levantaron ese día.
8M Paraguay. Foto: Luis Fernando Morel

¿Qué hizo posible una respuesta  de esta envergadura a la convocatoria del 8M, prodigando a los feminismos del Paraguay  un momento de tanta alegría? ¿Cómo llegó un movimiento que siempre fue considerado marginal, de unas pocas “radicalizadas y extremistas” a una movilización tan masiva y diversa?

Indudablemente confluyeron muchos factores  en lo sucedido el 8M y el peso del resultado no puede ser colocado en uno solo. Hubo un largo trecho de trabajo, esfuerzos y coyunturas específicas entre el proceso sostenido de construcción que por décadas realizaron feministas paraguayas durante el proceso de transición democrática, hasta la eclosión de la conformación de grupos de mujeres de diversos tamaños y objetivos en todo el país, y sobre todo de grupos de feministas jóvenes, actores centrales de este 8M.

Este periodo reciente tiene antecedentes más lejanos aún, con  procesos truncados por el cruel periodo stronista; son aquellos que Bareiro, Monte y Soto (1993) recuperan en Alquimistas. Documentos para otra historia de las mujeres[1], cuando nos cuentan que durante la primera mitad del Siglo 20 hubo un rico debate feminista en nuestro país, con la emergencia de agrupaciones como el Centro Feminista Paraguayo en 1920 y la Asociación Feminista en 1929 , o a través de  documentos como las tesis Humanismo de Serafina Dávalos y Feminismo de Virginia Corvalán, y periódicos como el librepensador y anticlerical La Voz del Siglo (1902 a 1904) dirigido por Ramona Ferreira, Por la mujer, aparecido en 1936 o El feminista,  cuya primera aparición se produjo en 1953.

La dictadura stronista puso un paréntesis a la expansión del movimiento feminista en el Paraguay, con la imposición de  un obligado  silencio a todo accionar desafiante. Las mujeres que luchaban por igualdad,  justicia  y libertad, declaradas feministas  o no, estaban presas, desaparecidas o asesinadas. Ese silencio no fue inocuo y es así que “cuando surgen las nuevas organizaciones de mujeres en los inicios de la década de los ochenta, lo hacen sin recuerdos de las que las precedieron” (Bareiro, 1997)[2].

Los años finales de la dictadura de Stroessner vieron la conformación de la Coordinación de Mujeres del Paraguay en 1987. La lucha de este colectivo para modificar leyes discriminatorias como el Código Civil y el Código Penal con acciones osadas como el cerco al parlamento para exigir los cambios legales, y el empecinamiento en realizar los Encuentros  Feministas del Paraguay, permitió a los feminismos articularse y sostener un hilo de pensamiento y acción en tiempos difíciles de finales y post dictadura stronista.

Los años 90 y la primera década del siglo XXI fueron los de  feminismos empeñados en construir pensamiento y generar espacios de expansión de la idea de igualdad. Los cursos de formación en género y feminismo, seminarios, encuentros, debates, producción de material, investigaciones, recuperación de figuras  olvidadas por la historia se sucedían sin pausa, y todo sirvió para ir  construyendo un proceso de acumulación  de pensamiento y actuaciones feministas.

El 8M brindó el momento propicio para salir de los pequeños cuartos propios [3] en los que muchas veces se recluyeron los feminismos y vino de la mano de la fuerza y el ímpetu de una generación de jóvenes feministas que irrumpen en la escena; ellas colocan sus miradas frescas, desafiantes,  transgresoras, enredadas, y logran ser la fuerza convocante que necesitaban los feminismos para demostrar con mucha presencia su existencia a una sociedad en la que  la violencia hacia las mujeres, el machismo y el patriarcado se expresan a diario y de formas muy crueles.

La mirada histórica permite vincular lo que hoy sucede con  procesos de construcción y acumulación que a veces no se perciben y encontrar estos hilos conectores permite visualizar uno de los factores que concretó el 8M. Pero más allá de éste  y otros que se seguirán identificando y analizando, hubo un elemento que estuvo presente en todo el espectro de las acciones de construcción  del 8M de 2017 en Paraguay y de su concreción  el día miércoles en la multitudinaria marcha: el accionar colectivo.

La posibilidad de participación amplia, en un espacio público como la Plaza Italia, que recibió semana a semana a quienes quisieron participar del proceso, el debate amplio sobre las acciones conjuntas a ser desarrolladas,  el trabajo  para definir un  pronunciamiento común ,  los esfuerzos por buscar aportes solidarios de personas y organizaciones participantes como una forma central de garantizar la autonomía del proceso; todo se desarrolló bajo la impronta de la participación.

El poder colectivo fue un poderoso aglutinante para los feminismos y para el movimiento amplio de mujeres del Paraguay, que tantas veces se han debilitado en los desencuentros. La certeza de que el  8M Paraguay no tenía dueñas sino una maternidad colectiva tuvo un eco tan fuerte que posibilitó la movilización de esfuerzos, de recursos, de creatividad, de trabajo, hasta concretarse en acciones masivas y diversas que quedarán por mucho tiempo en nuestras retinas. Y probablemente esta construcción realizada en poco tiempo, pero con sólidas raíces en las luchas que la precedieron, brinde fuerzas, muestre el camino y sea un preludio de encuentros mucho más amplios que posibiliten construir la sociedad justa e igualitaria que necesitamos las mujeres para vivir nuestras vidas a plenitud.

 


[1] Bareiro, Line; Monte, Mary y Soto, Clyde (1993) Alquimistas. Documentos para otra historia de las mujeres. Asunción: Centro de Documentación y Estudios.

[2] Bareiro Line (1997). “Construcción femenina de ciudadanía”, en Bareiro, Line y Soto, Clyde (ed.) Venezuela: Centro de Documentación y Estudios/Nueva Sociedad.

[3] Un  cuarto propio es el título del ensayo feminista de la escritora inglesa Virginia Wolf, publicado en 1929.