• 11 Mar 2022

La paridad es un principio de la democracia y también es un mecanismo para cargos electivos y mandatos, incluso en organizaciones políticas y sociales. La democracia actual es soberanía popular con pluralismo. Es decir, el pueblo soberano decide aceptando que hay diferencias. Las tres grandes diferencias que están incorporadas a la democracia actual son la diferencia ideológica (o de organizaciones políticas o de liderazgos) -que ha sido la que más costó lograr en la historia-, la diferencia territorial – por eso hay una cámara de representación territorial, cada xx habitantes y ningún departamento se queda sin representación en la Cámara de Diputados (hay que pensar que antes de la Constitución del 92, Asunción llevaba la mayor parte de la representación en ambas cámaras)- y la tercera es la diferencia sexual de hombres y mujeres. Hoy ya no se considera como democracia la que excluye a las mujeres de la representación y América Latina es la región del mundo con más alta representación parlamentaria de mujeres.

Actualmente, tienen paridad por ley la mitad de los 18 países de la región que realizan elecciones. A ello se debe sumar el caso de Chile que sacó una ley especial paritaria para las elecciones de convencionales constituyentes, gracias a la cual se logró la primera asamblea constituyente paritaria del mundo.

Hasta marzo de 2021, tienen paridad por ley la mitad de los 18 países de la región que realizan elecciones. A ello se debe sumar el caso de Chile, que sacó una ley especial paritaria para las elecciones de convencionales constituyentes, gracias a la cual se logró la primera asamblea constituyente paritaria del mundo.

Los países con norma de paridad en su legislación electoral en la región son: Ecuador (2008), Bolivia (2009), México (2014), Costa Rica (2009), Honduras (2012), Nicaragua (2012), Panamá (2012), Argentina (2017) y Perú (2020).

El país con menor representación de mujeres en la región es el Brasil y le sigue el Paraguay. Eso debe cambiar y el liderazgo lo podría tomar el PLRA, en un momento que se quiere lograr una concertación con otras organizaciones políticas, pues el 13 de marzo considera la propuesta de paridad en su Convención. Ciertamente, algunos partidos fraternos ya tienen norma de paridad, como el Partido Revolucionario Febrerista (PRF) o País Solidario, por ejemplo.

Si un partido o alianza o concertación, quiere tener liderazgo para fortalecer la democracia, con igualdad y libertad es fundamental mostrar que no son proclamas vacías sin reflejo en la realidad, sino que tiene normas claras para que haya una representación equilibrada de mujeres y hombres en todos los cargos electivos del país y en el partido mismo.

 

Con la paridad se fortalece la democracia. Foto: Clyde Soto


  • 18 Feb 2022

Quiero felicitar al Directorio del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), porque “aprobaron por unanimidad el proyecto de modificar el estatuto para que las listas para los cargos electivos sean paritarias” (UH 10.02.22 pag. 9).

Debo decir que no me asombra, ya que, por una parte, es el partido que cumple a cabalidad su cuota del 33%. Es una cuota mínima de candidaturas de mujeres para cargos plurinominales. Por otra parte, porque la propuesta fue presentada por las directoras partidarias y ellas no están solas. Hay una base formidable que las sostiene, ya que el PLRA cuenta con una Dirección de Equidad y Género y sobre todo con la Plataforma Feminista Liberal. Tengo pendiente visitar la galería de mujeres liberales que habilitaron hace un tiempo.

Sabemos que somos uno de los países más desiguales del mundo social, étnica y culturalmente hablando. Quizá por eso, aunque tengamos una Constitución que dispone la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres en los diversos derechos, nombrando específicamente a los derechos políticos, estemos en el penúltimo lugar de la región y 134 en el mundo en la representación de mujeres en el Congreso.

A 30 años de haber aprobado la primera Constitución democrática de la historia del Paraguay, la cultura y naturalización de la desigualdad y la falta de tradición de Estado de derecho, deben dar paso al Estado social de derecho, tal como lo dispone el artículo 1 de la Constitución Nacional.

El directorio del PLRA ha dado un paso en ese sentido, esperemos que la Convención partidaria lo confirme y avancemos hacia la paridad.


  • 11 Oct 2017

No me voy a referir a la ideología de género porque es un cúmulo de distorsiones, cuyos defensores consideran a Jean Paul Sartre como un pseudo filósofo. De verdad.

Ahora bien, al prohibir la teoría de género, Riera prohibió que se hable de dos ejes principales de la teoría de género explicativos de una parte de las relaciones de poder en la sociedad: lo público y lo privado y lo productivo y lo reproductivo. Lo público construido como masculino y lo privado, familiar como femenino, aunque desde lo público se determina lo privado y por eso hasta 1992 el marido era el único administrador de los bienes conyugales, de sus bienes propios y de los bienes de su esposa.
De igual manera lo productivo era el trabajo que aportaba dinero a la casa y el hombre es el proveedor, en tanto que lo reproductivo es función femenina y reproductora, con una inmensa carga de trabajo no remunerado que incluye el cuidado.

Que se hable de eso prohibió Enrique Riera. Prohibió que se dialogue en el sistema educativo el cambio de las relaciones de poder entre hombres y mujeres, el cambio de roles entre ambos, el acceso de las mujeres al poder público, la promoción de la paternidad responsable.

La teoría de género también trabaja otros ejes que provienen de teorías que se elaboraron a partir de otras grandes discriminaciones y desigualdades de la humanidad como naturaleza y cultura, lo universal y lo particular, o las relaciones sociales de producción, entre otras, ya que en todas ellas existe la diferencia sexual.

La prohibición de la teoría de género es un paso al oscurantismo. Lo lamento profundamente y espero que la sociedad democrática paraguaya pueda revertir este paso de quema de ciencia explicativa y transformativa de relaciones sociales injustas.

 


*transcripción de posteo en Facebook


  • 18 Nov 2014

La Constitución paraguaya de 1992 en su artículo 60, obliga al estado paraguayo a promover políticas que tengan por objeto evitar la violencia en el ámbito familiar y otras causas destructoras de su solidaridad. Consecuentemente se ratificó la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra la mujer, conocida como Convención de Belem do Pará, asimismo ha acatado la Recomendación General Nº 19 del Comité CEDAW (ONU) y reportado a ese Comité sobre los pasos dados para proteger el derecho de las mujeres a una vida sin violencia. Con ese espíritu se sancionó y promulgó la Ley 1600/2000, contra la violencia doméstica y una década después desde diferentes poderes del Estado por una parte, y desde organizaciones de la sociedad civil por la otra, se comenzó la elaboración de proyectos de leyes integrales contra la violencia hacia las mujeres, las autoridades presentaron un proyecto, que con modificaciones sigue siendo estudiado por comisiones de la Cámara de Diputados. Aún cuando todavía no se cuenta con una ley integral, está plenamente vigente la obligación de proteger a las mujeres contra la violencia en sus casas, en sus familias, en la pareja, en la comunidad y en la sociedad toda.

El caso de Lucía Sandoval muestra, hasta ahora, otra realidad. Sandoval, víctima de violencia en su relación de pareja acudió a las autoridades y obtuvo una orden de alejamiento. Pero lejos de tener la debida y adecuada diligencia, la jueza interviniente le ordenó a Lucía Sandoval que ella le dé la orden de alejamiento a su victimario. Antes que proteger los derechos de Lucía a la No Violencia la jueza la empujó a recibir más violencia. Ante el documento de alejamiento, su marido sacó un arma, que se disparó en el forcejeo y él falleció de ese disparo.

¿Se recapacitó sobre la debilidad del procedimiento? NO. Lucía Sandoval está privada de su libertad desde hace tres años, en todo ese tiempo no ha vuelto a ver a sus hijos y por primera vez declaró en juicio la semana pasada.

Mañana, martes 19 de agosto de 2014, se escucharán los alegatos y se dictará sentencia. Espero que esta vez la judicatura paraguaya repare la violencia de pareja que sufrió Lucía Sandoval durante tanto tiempo y repare también la violencia de la que fue objeto por parte del propio Estado paraguayo, que debería haberla protegido sus derechos.

Estaremos pendientes, con la esperanza de que mañana Lucía Sandoval encuentre JUSTICIA, LIBERTAD Y LA REPARACIÓN ADECUADA A LA VIOLACIÓN DE SUS DERECHOS.


  • 16 Mar 2010

Este segundo cuento de CEDAW está basado principalmente en mi memoria. Es algo así como un ejercicio de memoria oral, utilizando los documentos para mayor precisión.

Era el año 1986, cuando formamos un grupo de trabajo sobre la situación legal de las mujeres en el Centro de Estudios Humanitarios (CEDHU), cuya directora era Esther Prieto (Chachi). Yo había propuesto en un panel tener como bandera común de las mujeres la igualdad ante la ley, aunque posiblemente no lo haya formulado así, pues ese fue nuestro lema en la CMP por años. Chachi me llamó y me dijo que le interesaba la propuesta y así comenzamos a trabajar. En el grupo estaba también Cristina Escobar. Paralelamente, comenzaban a trabajar la misma temática compañeras del Centro Paraguayo de Estudios de la Mujer (CEPEM – UC).

Chachi había vuelto hacía poco tiempo de Ginebra, donde había trabajado varios años en el Consejo Mundial de Iglesias. Esta institución fue muy importante para la gente que luchaba por la democracia y por los derechos humanos en el Paraguay. Chachi aprendió los recovecos de las instituciones del Sistema Universal de DDHH en ese tiempo. Paraguay tenía un relator especial y los informes eran presentados en sesión reservada de la Comisión de DDHH de la ONU. Para que este organismo condenase a la dictadura de Stroessner por las violaciones sistemáticas, era importante el concurso de un grupo de personas comprometidas con el Paraguay.

Pero además Chachi aprendió a trabajar con la lista de instrumentos de ddhh ratificados por los países. Recuerdo la primera vez que vi su listita y el vacío de ratificaciones del Paraguay. Sin embargo, apenas comenzamos a investigar, se ratificó la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés). Enseguida pasamos a tener a la CEDAW como marco teórico de nuestro trabajo y Chachi marcó en su cuadrito la ratificación. No hubo más una ratificación hasta la caída de la dictadura.

Recuerdo bien la primera reunión en la Católica respondiendo a la invitación de Olga Caballero y Eddy Irigoitia del CEPEM. Ellas proponían hacer todas juntas un proyecto de ley que modifique el Código Civil. En la reunión se dio vuelta la propuesta y se resolvió que lo importante era debatir ampliamente sobre lo que nos parecía que había que modificar, por discriminatorio hacia las mujeres, en el Código Civil que se había aprobado en 1985 y que entró en vigencia en 1987. La CEDAW fue declarada como nuestra utopía en el Primer Encuentro Nacional de Mujeres que se realizó a mediados de ese año (1).

Creo que cuando el stronismo ratificó la CEDAW estaba muy lejos de pensar que se convertía en EL instrumento inspirador de una serie de acciones de las organizaciones de mujeres por muchos años. En la CEDAW se fundamentó el proyecto de ley de modificación del Código Civil, redactado por Mercedes Sandoval en base a lo discutido en dos encuentros nacionales de mujeres (1987 y 1988), que fue presentado al Senado poco después de la apertura política en 1989 y que fue aprobado como ley 1 de 1992. El proceso fue liderado por la Coordinación de Mujeres del Paraguay (CMP) y adoptó como lema “Por nuestra igualdad ante la ley”.

Sé que estos cuentitos no deben ser largos, así es que voy a consignar nomás que en CEDAW y las Estrategias de Nairobi fundamentamos la propuesta de creación de la Secretaría de la Mujer que fue impulsada por la sociedad civil, principalmente por la Multisectorial de Mujeres del Paraguay. Esta organización presento el primer proyecto de creación de la instancia estatal y posteriormente formulo conjuntamente con la CMP las “Bases para el Proyecto de Ley para la Secretaria de la Mujer”(2).

Usamos mucho la Convención también para las Propuestas de las Mujeres a la Constituyente y en otras ocasiones, pero voy a concentrarme en tres momentos de acciones feministas en relación directa con la CEDAW. El primer momento fue el de la picardía. El Parlamento de la transición se había propuesto que el Paraguay pasase a formar parte de la comunidad de derechos humanos y un indicador es que la primera ley que sancionó fue la ratificación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, fue la ley 1/89.

Sin embargo, el país seguía sin hacer el informe para el Comité CEDAW, que estaba obligado a presentar al año de ratificar la Convención. Así es que preparamos un documento denunciando el tema y el 6 de diciembre de 1990 hicimos una conferencia de prensa en el Cabildo, allí funcionaban las dos Cámaras del Congreso Nacional. Nosotras entramos nomás a una sala en planta baja que estaba vacía y ahí nos reunimos con los periodistas. Era llamativa porque por primera vez se denunciaba internacionalmente al gobierno del general Andrés Rodríguez por incumplir compromisos de derechos humanos y encima parecía que teníamos poder porque hicimos la conferencia de prensa en el Congreso.

Lo cierto es que ni siquiera sabíamos bien cómo remitir la carta al Comité CEDAW, así es que la enviamos a la Subdivisión para el Adelanto de la Mujer (SAM), solicitando que esa dependencia “remita y administre este Informe ante el Comité para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer, así como ante la Comisión sobre el Status de la Mujer, y los organismos especializados de las Naciones Unidas” (3). Una de las denuncias incluidas en el informe se refería a “que el Gobierno no ha cumplido con el requisito de la presentación del informe un año después de la ratificación del instrumento ni ha presentado ninguna otra información hasta la fecha” (4). Nunca hubo respuesta del exterior pero sí movió algo en el Paraguay ya que tiempo después, el Director de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Trabajo, Eric Salum, nos pidió a Graziella Corvalán y a mí redactar el informe, aunque no se habló de dinero, no era una contratación sino que el Estado pedía, sin decirlo, un aporte voluntario y nosotras lo hicimos. Se discutió en la CMP, el CDE aportó la contratación de un asistente y mi trabajo, el CPES el trabajo de Graziella y así. Es que demasiado queríamos que se haga el informe. En realidad el informe recién se presentó en 1996 como primero y segundo combinados y fue defendido por Cristina Muñoz. Yo no estuve presente, pero me contaron que Cristina logró emocionar a las expertas del Comité explicándoles sobre sus dificultades para lograr que la igualdad de las mujeres permee las políticas públicas.

El segundo momento fue la elaboración y presentación del Informe Sombra CEDAW. El impulso inicial fue dado por CLADEM Paraguay, al que se sumó la CMP. Fue un proceso de aprendizaje impresionante, entre otras cosas, porque se encomendó a una compañera cada artículo y luego compartíamos y criticábamos, a la luz del conocimiento de la Convención, de las Recomendaciones Generales y de las Observaciones y recomendaciones finales al Paraguay de 1996. El Estado había presentado un quinto informe muy malo, junto al tercero y cuarto combinados que eran mejores.

Fue genial que María Graciela Mendoza y Moli Molinas pudiesen participar en la capacitación de la International Women’s Rights Action Watch – Asia Pacific (IWRAW-AP) y hablaron como ONGs ante el Comité. Nuestra experiencia fue valorada y Graciela volvió a presentarla tiempo después en Bellagio y yo lo hice en el Foro Social Mundial de Nairobi en el año 2007. Algo importante, se publicó tanto las ponencias y principales resoluciones del Primer Encuentro Nacional de Mujeres en 1987, como el Informe Sombra (5), con artículos sobre el proceso, las recomendaciones, el Informe Sombra mismo e incluso el oficial. Eso ayuda a la memoria.

Bueno, un tercer momento es esta experiencia tan especial de ser candidata a experta de CEDAW. La candidatura nació del equipo del informe sombra, creció en los recovecos del movimiento feminista y de derechos humanos de América Latina y el Caribe y pasó a ser candidatura oficial del Estado Paraguayo. Las elecciones serán en junio, en la reunión de Estados Parte de la Convención. Así que este cuento CONTINUARÁ.

 

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1) Este encuentro fue el 27 y 28 de junio de 1987 en el Seminario Metropolitano y contó con la presencia de 102 mujeres y 1 hombre. Fue convocado por Alter Vida, Asociación de Abogadas del Paraguay (ADAP), Base Investigaciones Sociales, Educación y Comunicación (Base-ISEC), Centro de Estudios de Derechos Humanos (CEDHU), CEPEM, Grupo de Estudios de la Mujer Paraguaya (GEMPA), Centro Paraguayo de Estudios de Población (CEPEP), Círculo de Abogadas del Paraguay, Frente Ampli de Mujeres, Mujeres por la democracia, Pastoral Social Arquidiocesana, Unión de Mujeres del Paraguay (UMPA) y Palabra e Mujer (Radio Ñandutí). De: Incidencia en la modificación de leyes, La CMP y la igualdad ante la ley. Altervida, CDE, pag 7.

2) Multisectorial de Mujeres del Paraguay y Coordinación de Mujeres del Paraguay (1991): “Bases para el Proyecto de Ley para la Secretaria de la Mujer”. En CDE: Nadie dijo que seria facil. Anuario Mujer 1991, Asunción, pp. 70-75.

3) Carta de la Coordinación de Mujeres del Paraguay a Chafika Sellami-Meslem, 6 de diciembre de 1990, publicada en CDE (1990): Crónicas de haceres, deseos y olvidos. Anuario Mujer 1990, Asunción, pag. 68.

4) Coordinación de Mujeres del Paraguay (1990): “Informe sobre la Situación de la Mujer”. En CDE: Crónicas de haceres, deseos y olvidos. Anuario Mujer 1990, Asunción, pp. 69-71.

5) CLADEM/CMP/CDE, Informe Sombra CEDAW. Vigilancia ciudadana sobre derechos humanos de las mujeres en Paraguay, Asunción, 2005.


  • 21 Ene 2010

El Centro de Documentación y Estudios está de duelo por la tragedia del pueblo haitiano, tragedia que ciertamente no comenzó con el terremoto de 7.0 sino con una larga historia de avasallamiento del primer pueblo libre de América Latina y el Caribe.

En esta hora queremos rescatar la memoria de tres grandes líderes feministas que fallecieron en el terremoto: Myriam Merlet, Anne Marie Coriollan y Magalie Marcellin. No son las únicas luchadoras por la igualdad de las mujeres que han muerto, para nuestra tristeza llegan los ecos de la muerte de otras feministas como la guatemalteca Mirna Rodas.

Myriam Merlet se llamará uno de los campamentos internacionales del movimiento feminista haitiano-dominicano. Cecilia Olea dijo de ella “para nosotras siempre representó esa otra cara de Haití, no la de la corrupción, la anomia y la inviabilidad, sino por el contrario, la del esfuerzo, la inteligencia, la perseverancia, la fuerza, la ternura”. Myrian fue líder contra la dictadura de Duvalier y salió exilada a Canadá. Se formó en economía y se convirtió en una referencia intelectual de Haití rescatando el olvido la vida de mujeres haitianas, a quienes honraba escribiendo sus historias. Fue una de las líderes de la marcha de 30.000 mujeres que el 13 de abril de 1986, a poco de derrocada la dictadura de los Duvalier, tomaron la capital haitiana demandando fin a la pobreza, el hostigamiento sexual, las violaciones así como acceso de las mujeres a préstamos, al trabajo y a la educación (1). Myriam fue fundadora y presidenta de ENFOFAM organización para la emancipación de las mujeres e integraba CAFRA, la Marcha Mundial de las Mujeres, la Red de Salud de las Mujeres de América Latina y el Caribe, la Campaña 28 de Septiembre por la despenalización del aborto. En el momento de su muerte era Ministra de la Mujer del gobierno de Haití y asesora principal sobre el tema. Luchadora incansable contra el racismo y el patriarcado, Myriam Merlet es una ausencia irremplazaba en el movimiento feminista de América Latina y el Caribe. CNN comunica que ella murió a los 53 años, al derrumbarse su casa y que volvió a su tierra por haber definido que era una mujer haitiana y quería vivir en su país.

Magalie Marcelin educaba a las mujeres jóvenes sobre sus derechos, era abogada y actriz reconocida. Fue fundadora de Kay Fanm o Casa de las Mujeres. Logró por ejemplo la deportación de unos 100 cascos azules de las Naciones Unidas porque prostituían a niñas de menos de 13 años y les pagaban un dólar a cambio de la relación sexual. Magalie abrió el debate sobre la violencia hacia las mujeres organizando en 1996 el primer tribunal alternativo contra la violencia en Haití. La Casa ofrece servicios a las mujeres que sufren violencia, incluyendo refugio y también tiene programas de microcrédito para mujeres que trabajan en los mercados. Magalie Marcelin logró también la primera condena a un hombre maltratador de su esposa. Para ello recurrió a la estrategia de que las mujeres en tropel invadieran el local del tribunal en el que se juzgaba al maltratador. Su propia hija contribuyó al rescate su cuerpo de los escombros. (Fuentes: carta de María Suarez y CNN).

Anne Marie Coriolan tenía también 53 años y era consejera superior del Ministerio de los Derechos de la Mujer de Haití. Ella fue fundadora de el SOFÁ o Solidarite Fanm Ayisyen. Anne Marie era sobre todo una mujer política que logró en base a las movilizaciones de mujeres y el desarrollo de argumentos que desde el 2005 los tribunales pasasen a considerar a las violaciones sexuales de mujeres como un crimen y “un instrumento de terror y de guerra”. Antes de eso las violaciones eran consideradas como “crímenes pasionales”. Consecuente, en su vida privada logró que su hija y su hijo llevasen también su apellido, lo que no es usual en Haití y que ambos amen Haití y estén orgullosos/as de ser haitianos, como ella amaba a su país.

 


  • 18 Ene 2010

Fuera de tiempo y en otro espacio, voy a cumplir con una promesa que le hice a Els Hortensius. El año pasado ella promovió la participación de feministas latinoamericanas en una iniciativa que recogía cuentos de CEDAW y seleccionaría algunos para publicarlos. Yo prometí escribir una historia pero no pude hacerlo para el concurso. Lo hago hoy para el Informativo Mujer, por impulso de Natalia Ferreira, que con toda paciencia me recuerda periódicamente ¿y los 30 años de CEDAW?

Lo que pasa es que en 2009 se cumplieron 30 años de la aprobación por la Asamblea de las Naciones Unidas de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, conocida internacionalmente como CEDAW que son las siglas en inglés de la Convención y que participé en Buenos Aires en la celebración organizada por UNIFEM y que aquí también hicimos un festejo por los 30 CEDAW. Pasa también que yo soy ahora candidata del Estado paraguayo a experta de la Convención CEDAW y candidata de una gran cantidad de organizaciones y redes feministas y de derechos humanos del Paraguay y de la región, principalmente.

Junto todo y aprovecho la oportunidad de ordenarme y escribir cinco artículos cortos o cuentos de CEDAW. Pienso que pueden ser:

1. CEDAW, único instrumento del derecho internacional de los ddhh ratificado durante la dictadura.
2. La CEDAW y el movimiento feminista del Paraguay.
3. Las recomendaciones del Comité CEDAW al Paraguay.
4. Convención, Comité, Observaciones Generales, Recomendaciones finales y el Protocolo Facultativo.
5. El festejo de los 30 años de CEDAW.

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I.
CEDAW
Único instrumento del derecho internacional de los ddhh ratificado durante la dictadura stronista.

Después de la II Guerra Mundial comenzó a desarrollarse el sistema contemporáneo de protección de derechos Humanos. 1948 es la fecha fundacional ya que ese año se firman tanto la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, como la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre de la OEA. El Paraguay firmó ambos documentos a pesar de que los partidos políticos de oposición estaban proscriptos y las cárceles llenas de presos políticos, como consecuencia de la última gran guerra civil. Gobernaba Juan Natalicio González.

La idea maravillosa

Nunca es suficientemente reiterado que la humanidad se pasó la mayor parte de su historia con sistemas de privilegios y no de derechos y mucho menos aún de derechos de todas las personas. La consagración de la idea de que “Todos los hombres nacen y siguen siendo libres e iguales” es recién de 1776 (Declaración de la independencia norteamericana) y con esa formulación de 1789 con la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano.

Imposible no señalar que el ideal abstracto de igualdad de la Ilustración no tuvo una concreción universal y que en realidad no estaba en la cabeza de los revolucionarios que esa igualdad incluyese a las mujeres, a las personas no blanco-europeos (negras, mestizas, amarillas, verdes, azules, de cualquier color y cultura no europea). Una demostración que solemos usar las feministas es que a Olympe de Gouges que en ese mismo año de 1989 de la Revolución Francesa tradujo a femenino la Declaración de Lafayette, la guillotinaron en 1791. No se trata de decir que los revolucionarios solamente mataban revolucionarias, pues entre ellos también se mataron (Marat, Dantón, Robespierre), sino de que fue inaceptable que ese “todos iguales” se pudiese concretar, aunque fuese en las ideas, con “todas iguales”. La historia por ser incluidos en los derechos de ciudadanía por parte de diversos colectivos sociales no ha parado desde entonces.

En 1948 se firmaron las dos grandes declaraciones de derechos humanos, la Universal y la Americana. Ambas declaraciones recogen la igualdad y la libertad, pero la Declaración Universal es la que habla de “todos los seres humanos”. Como siempre en la historia, hubo personas que lucharon, por ello nunca será suficiente el homenaje que le rindamos a Eleanore Roosevelt, presidenta de la Comisión redactora de la declaración universal, viuda del ex presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt, luchadora por la conquista y ejercicio de los derechos civiles de las mujeres y contra el racismo, quien junto a numerosas mujeres y hombres del mundo consiguieron que se llamaran derechos humanos y no del hombre, como seguía todavía denominándolos la Declaración Americana.

Una larga ausencia paraguaya

Después de la firma de las declaraciones en 1948, el Paraguay se mantuvo fuera de los sistemas internacionales de protección de los DDHH y no generó un sistema nacional. Al contrario, el Estado era el principal vulnerador de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de las personas. Mientras se mantuvo el régimen colorado de partido único y la dictadura de Alfredo Stroessner, Paraguay no formó parte de la comunidad de derechos humanos que construyó un sistema jurídico positivo de DDHH.

Pero hubo una excepción, y fue justamente la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, CEDAW, que fue ratificada por el parlamento stronista en el año 1986.

El debate de ratificación de CEDAW (1)

La CEDAW fue aprobada por la Asamblea General de la ONU el 18 de diciembre de 1979 y entró en vigencia el 3 de septiembre de 1981. El Poder Ejecutivo envió al Senado su mensaje Nº 429, por el cual sometió a la consideración del Poder Legislativo la CEDAW. El estudio y consideración de la Convención entró como segundo punto del orden del día del Senado paraguayo el 23 de octubre de 1986.

Tuvo a su cargo la presentación el senador Raúl Sapena Pastor, en ese entonces presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores y ex canciller de la dictadura. Sapena Pastor hizo una correcta presentación de la Convención, recorriendo los diferentes artículos y finalizando “Vuestra Comisión de Relaciones Exteriores y Asuntos Internacionales os recomienda la aprobación de la “Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer”, que ya está en vigencia en 69 Estados” (2).

Nada llama especialmente la atención en la presentación de la Convención por parte de Sapena, pero sí en la descripción que hace del Paraguay, pues argumenta que había en ese momento una igualdad constitucional absoluta entre el hombre y la mujer, lo que fue profusamente rebatido por las feministas en el Primer Encuentro Nacional de Mujeres, reunido un año después y del que nos ocuparemos en otro artículo de esta serie. Sapena Pastor expresó textualmente que:

“Para Estados como el nuestro, que han consagrado en la Constitución Nacional y en las leyes especiales la igualdad absoluta del hombre y de la mujer en todos los órdenes de la vida, a primera vista parecería un anacronismo suscribir y cumplimentar tratados que se ocupan de combatir las discriminaciones contra la mujer. Sin embargo, es una realidad que este fundamental principio no ha recibido aún una aplicación universal entre los aproximadamente 160 Estados que conforman nuestra organización internacional y que nuestra adhesión puede significar un valioso apoyo para su implementación” (Honorable Cámara de Senadores, Diario de sesiones, 23 de octubre de 1986, pág. 18)

A continuación Sapena Pastor se refirió a la legislación paraguaya:

“El Art. 51 de la Constitución Nacional consagra la igualdad de derechos civiles y políticos del hombre y la mujer en la misma forma que la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamó que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, sin que se pueda invocar discriminación alguna por distinción de sexo.

La Ley Nº 236 del 6 de septiembre de 1954 “Sobre Derechos Civiles de la Mujer” desarrolló el principio fundamental, y sus principales disposiciones fueron incorporadas a la ley Nº 1183/85 sobre el Código Civil del Paraguay que nos regirá en breve.” (Honorable Cámara de Senadores, Diario de sesiones, 23 de octubre de 1986, pág. 18)

Una persona de la formación de Sapena Pastor no podía equivocarse así, solamente puede pensarse que voluntariamente dejó de lado las limitaciones a la igualdad de las mujeres en el propio texto constitucional, en la ley 236 y que el Código civil que entraría en vigencia significaba un retroceso frente a esas normas ya discriminatorias. Para ilustrar la afirmación copio el texto íntegro del artículo 51 ya mencionado:

Artículo 51.- Esta Constitución consagra la igualdad de derechos civiles y políticos del hombre y de la mujer, cuyos deberes correlativos serán establecidos en la ley, atendiendo a los fines del matrimonio y a la unidad de la familia.

Como puede notarse, Sapena dejó de lado la limitación que significa atar la igualdad de las mujeres al matrimonio y la familia. La ley 236 contenía un abordaje discriminatorio hacia las mujeres casadas, que en realidad se convertía en una incapaz relativa de hecho, sometida al poder marital quien administraba incluso los bienes propios de ella.

Pero la gran joya del debate fue la intervención del senador del Partido Liberal Radical (PLR), Enzo Doldán y por su interés histórico, paso a trascribir la primera parte de la misma:

“Creo, Señor Presidente, que nadie se va a oponer a la aprobación de esta Convención, pero conviene dejar sentado que en el Paraguay estos principios hace rato que ya han sido puestos en la práctica, tanto las leyes civiles como constitucionales equiparan al hombre y a la mujer en pie de igualdad, de modo que seguramente, esta Convención se ha realizado para los países de Asia o de África.” (Honorable Cámara de Senadores, Diario de sesiones, 23 de octubre de 1986, pág. 18)

Arrogancia e ignorancia se unen en las palabras del Senador de la oposición colaboracionista. Él no ve que vive en el reino de la discriminación y se atreve a despreciar a países de Asia y África como los realmente discriminatorios.

Yo no sé si se debe a que los colorados viajaban más pero las tres intervenciones que se suceden a continuación se ocupan de demostrar la vigencia de discriminaciones hacia las mujeres en el Paraguay, manteniendo la tesis de que hay ya igualdad legal pero no en la práctica y hacen uso de la palabra Sapena Pastor para hablar de estereotipos y ausencia en cargos políticos y de decisión, Leónidas Paez de Virgili diciendo que en la práctica “resta mucho por conquistar” y Mario López Escobar que directamente refuta que sea solamente para países de Asia o África y da ejemplos de discriminaciones en la OEA y en los EEUU. Aporta también un dato interesante, pues según él fue una victoria paraguaya la igualdad salarial entre hombres y mujeres en la OEA, lograda cuando él fue embajador ante ese organismo.

Cerró el debate Manuel Frutos Pane pidiendo que pase a votarse y que se trata de principios enunciados por “nuestras constituciones y leyes especiales, que no han tenido hasta este momento aplicación universal”.

Ese 23 de octubre de 1986 a las 18:00 el Senado del Congreso de la dictadura dio su aprobación para la ratificación y pasó para igual trámite a la Cámara de Diputados.


1) Gracias a Sonia Brucke que a nuestro pedido consiguió la transcripción del debate en el Senado el 23 de octubre de 1986 y nos entregó una copia.
2) Honorable Cámara de Senadores, diario de sesiones, 23 de octubre de 1986, pag. 19.