• 11 Oct 2017

No se sabe muy bien si por presión externa, por descompresión interna, por presión u oportunidad política o por todo junto, el Ministro de Educación de Paraguay, Enrique Riera, firmó una resolución prohibiendo la difusión y utilización de materiales que contengan “ideología y/o teoría de género”. Más allá de que utilizar esas dos conjunciones con la barra es un anglicismo cuyo uso no está recomendado, lo que Riera quiere mostrar es que  estos términos son intercambiables. No sabemos ciertamente a qué se refiere Riera cuando habla de ideología de género. Lo que sí sabemos es lo que es la teoría de género. El género como categoría analítica permite comprender y reflexionar sobre los roles de género, es decir, básicamente cómo la sociedad construye culturalmente las diferencias entre hombres y mujeres asignándonos un papel u otro, “correcto” o “incorrecto”, según esa construcción social Aunque la realidad es mucho más compleja,digamos que la teoría de género ayuda a comprender que si las mujeres tenemos menos derechos en el mundo no es una consecuencia “natural” de tener vagina (es decir, de ser hembras de la especie humana), sino algo que se ha construido culturalmente a través de todos los mecanismos sociales que conocemos. Los auto-denominados grupos “pro-vida”, aunque deberíamos renombrarlos más correctamente como grupos anti-derechos, han montado una campaña para exigir que el Ministerio de Educación y Ciencias retire unos materiales que ni siquiera corresponden al currículo educativo y que, seguramente, Riera ni vio pero prometió “quemar”, porque él, como ya sabemos, de lo que sabe es de incendiar, no de educarcomo nos lo recuerdan las víctimas del Ykua Bolaños.

¿Para qué sirve la teoría de género en un país como Paraguay? Sirve para dejar de ver como normal que dos niñas den a luz cada día como consecuencia de abusos sexuales, porque esas niñas no tuvieron herramientas para entender que lo que les hacían era abuso y que tenían que denunciar. La teoría de género nos ayuda a entender que la violencia contra las mujeres no es “porque les gusta que se les pegue” o no es “corregirles”, sino una muestra de que vivimos en una sociedad que aún no reconoce a las mujeres como personas, que significa que tengamos –y disfrutemos- los mismos derechos.

Entonces en las redes sociales los anti-derechos están exultantes de la emoción compartiendo su “hazaña”. Pero mientras comparten imágenes de su triunfo, un pequeño iconito se “cuela” en la foto. El del Tinder. Si usted, señora, señor, no sabe lo que es el Tinder, le cuento: el Tinder es una red social de “citas”, donde se pone un perfil y se dice qué tipo de “cita” se prefiere. Y no estamos hablando de citas amorosas, sino justamente el tipo de citas de quien quiere “pasar” del amor a la “acción”, sin compromisos y casi sin saber quién es la otra persona. El Tinder muestra la gente “disponible” que hay cerca y una/o elige a alguien, y si hay “match”, puede tener una cita libre de compromisos.  Libre de todo eso que se supone que defienden quienes defienden los “valores”, la “familia”.  Porque sí, este es el país provida y Tinder: mientras se festeja en el grupo de whatsapp que se llama “movimiento por la vida y la familia”, en otra ventanita del celular se prepara la próxima cita para relaciones sexuales que –seguramente- se tendrán con los preservativos que se les niegan a jóvenes que piden educación sexual, no vaya a ser que la amante se embarace y se le tenga que pedir que aborte, porque eso es un país provida y Tinder.