• 15 Sep 2017

La toma del local de la Universidad Católica de Asunción (UCA) por estudiantes de Filosofía ayer tomó ribetes de violencia, cuando un grupo grande de estudiantes de Derecho entraron a la fuerza al recinto con la finalidad de “apropiarnos de nuestro lugar de estudios”, es decir, también fueron a la toma de la universidad pero con el fin de tener clases. Es decir, ayer hubo dos tomas; cada una con reivindicaciones distintas; por un lado, quienes estaban hacía ya 45 días en paro y con toma del edificio, con una serie de reclamos (reposición del decano, revisión de los estatutos, asuntos laborales del funcionariado, etc.), y por otro la de los estudiantes de Derecho que querían tener clases porque para eso “yo pago por mis derechos”. Es ésta la frase escuchada entre tantas que me llevó a pensar que sí, que efectivamente en Paraguay se compran los derechos.

Si partimos del concepto de derecho como marco normativo que rige en una sociedad, es decir, el conjunto de leyes en el marco de las leyes en el cual convivimos, podríamos decir que no es posible comprar derechos porque existen garantías constitucionales de igualdad de las personas ante la ley; en efecto, la ley debe aplicarse para garantizar los derechos de los empobrecidos, de ricos, de campesinos y empresarios agrícolas, de indígenas, de mujeres, de hombres.

Así, según la ley, si somos iguales ante la ley, no podemos comprar derechos. En Paraguay sí se compran los derechos, de muchas formas. Por ejemplo, en el acceso a la justicia. La gente con recursos económicos logra todo de un plumazo; la gente sin recursos, puede estar gestionando años, que no pasará nada. Incluso, ocurre que aunque la ley disponga que una persona debe guardar reclusión por x motivo, si hay plata logran la prisión domiciliaria, la exención de la pena, etc. (ni siquiera menciono los hechos en los cuales se compran jueces y abogados para inclinar la balanza a favor de quien ha tenido dinero para coimear, aceitar o pagar influencias), en tanto las cárceles están llenas de personas que no tienen dinero para pagar un abogado que les haga un seguimiento de su caso, porque los defensores públicos no dan abasto.

Volviendo a los estudiantes de Derecho que compran su derecho a estudiar… Dicen que para eso están en una universidad privada, para tener garantizado ese derecho, y que “los zurdos, marihuaneros, haraganes de Filosofía vayan a hacer huelga en la universidad nacional”. Detrás de estas afirmaciones subyace la idea de que hay niveles de acceso a los derechos, algo así como “más plata, más derechos”. Si no tenés plata para estudiar no te queda otra que ir a escuelas, colegios y universidades públicas. Y si estás en una institución privada tenés que acatar todas las reglas del “empresario” (en este caso, la Iglesia Católica), aunque ello implique recibir una educación “precaria, mercantilista, sin impulso a la investigación y la extensión, despreocupación de los estudiantes, con docentes no profesionalizados”, tal como describen estudiantes de Filosofía de la UCA como motivos de la toma de la universidad.
Pienso también que los empresarios agrícolas compran su derecho a producir la tierra; así, compran o alquilan tierra para explotarla, sobre todo con el monocultivo (la soja); en tanto los campesinos no tienen plata para comprar, por tanto, no tienen derecho a cultivar la tierra, tan siquiera para la producción familiar.

Pienso también que niñas y niños con alguna discapacidad que no pueden ingresar a escuelas o colegios públicos a pesar de que existe la obligatoriedad de la inclusión; entonces, si podes pagar, llevale a tu hija o hijo a un colegio privado “especial”; porque eso sí… en este caso si le llevas a un colegio privado “normal”, te vas a encontrar con que padres y madres exigen que no se matricule a niñas y niños “especiales” porque “para eso pagamos los padres, para que nuestros hijos no sean molestados por los “anormales”.

En fin, hay muchos, miles de ejemplos de cómo comprar derechos… Eso sí, no estamos hablando de derechos humanos, porque “éstos solo protegen a delincuentes”.
Porque es así en Paraguay. Los derechos humanos no se respetan, no se cumplen. Así de sencillo.

Asunción, 15 de septiembre de 2017
Foto: Myrian González Vera