• 10 Mar 2011

Dos cartas escritas a amigas y amigos que no estaban en Paraguay, durante los terribles días del marzo paraguayo.

* * *

Asunción, 29 de marzo de 1999

Ayer de mañana me dediqué a escribirles una carta para que sepan lo que se vivió en las calles. Por la tarde vine al CDE con la intención de enviarles el reporte (aunque la “corresponsal de guerra” Myrian les mantuvo súper al tanto de todo) y para fabricar pancartas y carteles que llevaríamos para las manifestaciones, ya que se esperaba que esta mañana fuera lo más duro porque se decidiría el juicio político. Mientras hacíamos el trabajo con Line y Myrian, escuchábamos las noticias por radio. Todo era muy tenso, ya que eran encontrados francotiradores en edificios aledaños, gente que portaba armas intentaba entrar al predio donde se encontraban quienes apoyaban la democracia, había noticias de que se venía la turba oviedista preparada para todo, y además se decía que los militares estaban preparados para un eventual ataque. Algunos pedían que la gente despeje el lugar. En fin, la guerra de nervios que ya habíamos vivido antes.

 

A eso de las seis de la tarde comenzaron las primeras informaciones no oficiales sobre la renuncia de Cubas, pero había mucho nerviosismo porque no se sabía sobre la reacción de las FF AA ni sobre Oviedo. Hacia las seis y media salimos, dejando nuestros carteles para mejor ocasión, y nos unimos a la gente que ya había salido a las calles a festejar. Creo que nunca vi tanta gente festejando, tan contenta. Desde Palma ya era imposible hacer nada más que dejarse llevar por la muchedumbre y saltar al ritmo de “El que no salta Lino O”. Primero frente a la catedral, después frente al Congreso y finalmente frente al Palacio, festejamos locamente, con banderas paraguayas. Los bomberos nos “regaban” porque el calor era insoportable, era la única forma de aguantar, así que el rollo salió con la ropa mojada pero feliz.

 

En fin, fue una gran victoria ciudadana. Ganamos, pero queda el mal sabor de la estúpida batalla desatada por la locura del engendro ese y por las negociaciones políticas que permitieron llegar a este punto, que podría haberse evitado hace demasiado tiempo. Yo, que no pierdo tan fácilmente la memoria, no olvido que entre quienes son hoy “demócratas” están los sucios que votarían hasta al pato Donald para no perder el poder. Y el pato Donald les mató al líder, y nos mató a varios jóvenes antes de irse. No puedo estar tranquila festejando con ellos la victoria, sin que siquiera den muestras de arrepentirse de sus errores, sin sentirse aunque sea un poco culpables. El Partido Colorado, que siempre termina recomponiéndose, seguramente seguirá disfrutando por largo tiempo del poder, y no creo que pierda fácilmente sus vicios. Aunque ahora a los mejor les da un poco más de vergüenza, si se recuerda a los muertos que han causado.

 

Luis González Macchi ya juró anoche, hoy nombró como ministro del interior a Walter Bower (ex titular de la Cámara de Diputados, argañista y stronista), y se está discutiendo cómo se hará para el resto del periodo. Pinta que habrá elecciones con candidaturas de consenso entre la ANR y la oposición, para evitar de nuevo el internismo y el derroche electoral. Si con ello no se empieza con las transigencias que nos cuestan caras, todo está bien.

 

Lino O. Fue asilado en Argentina. Después de llegar sin permiso y de crear alboroto en el vecindario, Menem le dio el asilo que pedía. Ojalá se lo pueda traer de vuelta para que cumpla su condena, y otras que seguramente le podrían caer encima por homicidio culposo por el caso Argaña y los demás desastres creados.

 

Hoy tenemos esperanzas de salir por fin de este doloroso proceso de transición, donde lo que más nos cuesta es cambiar la mentalidad autoritaria de la población que aclama a corruptos y bandidos con extraña facilidad. Las calcomanías de Lino O. desaparecieron de Paraguay, pero hay que recordar que lo mismo había sucedido cuando cayó Stroessner, y después resucitaron. No me confío del todo.

 

Lo que me gusta es que la juventud quedó por segunda vez como principal y heroica protagonista de este proceso (la primera vez fue cuando el intento golpista de abril de 1996). Es bueno saber que ahora se puede, sobre todo cuando tanto tiempo hemos pasado tratando de movilizar gente.

 

Bueno, les envío esta carta antes de que la historia dé otro giro y me la vuelva a dejar obsoleta. Sigue la carta escrita ayer de mañana.

 

Abrazos para todas/os.

 

Clyde

 

* * *

 Asunción, 28 de marzo de 1999

Hola amistades de tierra afuera. Por fin tengo un poco de tiempo para contarles de la tragedia que se vive en Paraguay. Desde que pude entrar después del temporal cierre de las fronteras, apenas vine a casa por muy poco tiempo para descansar y ver las terribles imágenes registradas por la tele. Les cuento ahora mis vivencias, que seguramente completarán con aportes un poco más subjetivos lo que hayan logrado captar a través de las noticias periodísticas y de Internet.

 

El jueves 25 apenas llegué a Asunción, dejé mis maletas en casa y fui a la plaza. El ambiente era de una tensa tranquilidad, después de las violentas represiones que según me habían contado ya sucedieron en la noche del martes. Me impresionó profundamente ver primero la muralla humana que habían formado campesinos y jóvenes (algunas mujeres también), todos portaban palos para defender el territorio que se había conseguido frente al edificio del Congreso. Se ingresaba al predio tras una revisión hecha por un equipo, para detectar armas. El objetivo era impedir que las hordas oviedistas copasen el Congreso e impidan la sesión de ayer sábado, por lo que se debía permanecer allí. Los campesinos habían venido en una marcha para pedir la condonación de las deudas de pequeños agricultores, pero coincidieron con el asesinato de Argaña, las manifestaciones y las represiones y terminaron uniéndose a los Jóvenes por la Democracia que organizaron la defensa de la plaza.

 

Dentro de la plaza, también la gente portaba palos. Casi frente al Congreso estaba la tarima, donde había discursos, música, arengas, etc. La policía reforzaba la barrera humana que separaba a los dos bandos de la plaza. Nosotros ocupábamos la mayor parte: toda la zona de la catedral, de frente a la Policía, frente al correo, frente al Congreso. Los oviedistas tenían solamente el predio de frente a la Cámara de Diputados (Casa de la Cultura, ex Colegio Militar). Eran pocos frente a nuestra gente. Por primera vez desde el auge del oviedismo me sentí feliz de ser mayoría, y parece que eso se logró exclusivamente gracias al asesinato del vicepresidente. Les generó o vergüenza o miedo a los oviedistas, quienes casi inmediatamente sacaron las calcomanías de sus vehículos (ahora sólo quedan las de algunos pocos caraduras) y se replegaron. Aun así, en la plaza estaban quienes más ceguera tienen, quienes estaban dispuestos a lo peor.

 

El jueves hubo dos momentos que ahora sabemos fueron anticipos de la masacre, cuando los oviedistas atacaron la línea humana de nuestra parte de la plaza con petardos que lanzaban directamente al cuerpo de la gente. La policía se hizo a un lado en la primera oportunidad, dejando que el enfrentamiento sea libre. La segunda vez, parte de la policía reprimió a los oviedistas, pero según versiones que fueron desmentidas por los jefes policiales (aunque nadie lo cree) desoyeron las órdenes y fueron arrestados por ello. Aun así, no se retrocedió ni se perdió territorio. Los nuestros no tenían petardos, sólo los palos para defenderse ante un eventual “cuerpo a cuerpo”.

 

Cuando hablo del territorio defendido me da un poco de rechazo por la connotación guerrera que tiene esta frase, pero lastimosamente era así, se guerreaba por ese territorio porque lo que ellos querían era demostrar que el “pueblo” había impedido el juicio político.

 

La explanada y la entrada de la catedral se convirtieron en lugares de apoyo, de retaguardia. Allí se depositaban víveres y agua, y se improvisó un puesto de atención médica. Esa noche se permaneció en la plaza, aunque yo me vine a descansar porque estaba realmente cansada.

 

El viernes 26 fui a la ofi, pensando en ir a la plaza a la noche, pero a las cinco escuchamos por radio la violentísima represión policial desatada por iniciativa propia por ellos, es decir, no para responder a ninguna agresión por parte de la gente, suponemos que ante órdenes de ayudar a los oviedistas en su conquista de la plaza. Los pocos y las pocas que quedábamos en el CDE fuimos corriendo para unirnos a la gente. Cuando llegamos ya se había logrado retomar el territorio, y poco tiempo después se logró además tomar la zona oviedista, ellos se dispersaron y se fueron. La policía desapareció en ese momento, dejando toda la plaza para los manifestantes. Con la represión se destruyó el equipo de sonido que se tenía, que fue remplazado en el transcurso de la noche. Ya el lugar se asemejaba a un campo de batalla. Una moto y dos vehículos fueron incendiados en la línea que antes separaba a oviedistas y demócratas (aunque advierto que entre quienes hoy están del lado demócrata están todos los que por no perder su sucio poder votaron a Cubas y son responsables del caos y de la muerte de hoy, los argañistas) [si bien esos no estaban precisamente en las plazas]. En un momento dado se anunció la renuncia de Cubas y toda la plaza festejó golpeando sus palos contra columnas, armando un lindo barullo, pero duró poco porque no era cierto. Para entonces, hasta yo tenía un palo, pero confieso que no me habría servido para defenderme de nada, porque mi primera reacción es correr ante el peligro. Pero sí me ayudó para el barullo.

 

Cuando terminó esta batalla, se hicieron las barricadas para cubrir las bocacalles de acceso a la plaza. Se utilizó para ello vehículos que fueron tumbados en 14 de Mayo y El Paraguayo Independiente, así como en Alberdi, en la esquina del Correo. En las otras calles también se ubicaron vehículos de la municipalidad y de manifestantes: había camiones recolectores de basura, camiones tumba y topadoras que cubrían la entrada al Congreso y todas las calles. Bomberos voluntarios y ambulancias reforzaron la zona de atención a heridos y apoyo para emergencias. Era impresionante, porque todo se preparaba para una guerra. Se creía que el ejército intentaría llegar al Congreso con pretexto de los disturbios para impedir la sesión, y se cubría las calles para que los tanques no pudieran ingresar. Apoyaba esta hipótesis el retiro de los oviedistas y de la policía.

 

Después tuvimos una tregua y tranquilidad, la gente seguía llegando a la plaza, hasta que hacia las diez de la noche comenzó el ataque oviedista y la masacre. Se vinieron con camiones de petardos muy potentes, tantos que durante tres horas enteras no dejaron de atacar a los jóvenes que cubrían las bocacalles. El estruendo era espantoso, ensordecedor y atemorizante. No quiero imaginar lo que debe ser un combate con armas de verdad. Las batallas campales fueron principalmente en la zona de Alberdi, 14 de Mayo y El Paraguayo Independiente. Muy pronto comenzaron a caer personas muertas y heridas por las balas, provenientes principalmente de francotiradores ubicados en el edificio Zodiac (14 de Mayo el El Paraguayo Independiente) y en el Correo. No se distinguía el ruido de las balas por causa del ruido de los petardos y bombas. Eso sí fue horrible, los médicos corriendo con camillas y las ambulancias atravesando como podían las plazas, heridos y muertos pasando a cada rato.

 

La policía no se movió, no hizo nada, habría bastado con unos chorros de agua o gases hacia el oviedismo para terminar con la batalla, podrían haber requisado el Zodiac para impedir las balas, pero lo hicieron tarde, cuando ya estaba todo terminado. Yo, que no me las doy de valiente, me replegué entonces hacia el Congreso, que era un lugar aparentemente más protegido. Pero los jóvenes no retrocedieron, sino que siguieron peleando. También llegaron petardos para nuestro lado, apoyo de la ciudadanía, pero no eran nada frente a los otros. Las veredas de las plazas fueron destrozadas por nuestra gente para tener cascotes y atacar. Había gente armada entre los oviedistas, a más de los cobardes francotiradores. Periodistas de Colombia (red Caracol) grabaron en video la imagen de un hombre que llegaba con un fusil (o algo parecido, yo no sé de armas) y después sacó un revólver, lo cargó y disparó al menos cinco tiros contra nuestra gente. Se lo ve perfectamente, ojalá se lo identifique y castigue.

 

El cobarde, mentiroso y criminal de Cubas, ayer dijo en un comunicado que había gente armada y en ambos bandos, y es una grandiosa mentira que lo llena de ignominia. También dijo que hubo muertos oviedistas, y sólo son patrañas porque a medida que pasa el tiempo quedan más embarrados con la muerte y la vergüenza.

 

Durante todo este largo tiempo de combate, las campanas de la catedral no dejaron de repicar. Aunque ya se sabe que no soy muy afecta a la iglesia y a la religión, reconozco que ello nos daba ánimos y acompañaba con un sonido más agradable que el de las explosiones.

 

El ejército salió hacia medianoche (ya no recuerdo bien las horas), vinieron los tanques pero no pudieron llegar a la plaza y se dispersaron en la zona del puerto y el centro de la ciudad.

 

Hacia la una y media de la madrugada ingresaron hombres al Congreso, que estaba cerrado y donde estaban la mayoría de los parlamentarios, funcionarios del parlamento y gente de prensa. Comenzaron a evacuar el edificio, y un amigo me advirtió que se preparaba una posible defensa del edificio porque vendría el ejército. Ergo, estaríamos en medio de fuego cruzado. Comenzó ya a disminuir el ataque oviedista, y comenzó una tensa espera. Había rumores de todo tipo, era un caos. El petardeo y las balas oviedistas fueron disminuyendo. Nos dijeron que evacuemos el lugar.

 

Mucha gente se quedó allí frente al Congreso, yo fui con otra gente a la Catedral, donde se refugiaban los cansados, algunos heridos y quienes prestaban servicios de agua, alimentos y atención médica. Me quedé dormida en un banco entre las dos y media y las cuatro de la madrugada, cuando una estampida de gente hacia el templo me despertó. Ya mucha gente se había retirado de la plaza y fue a descansar. El susto era porque habían finalmente llegado los tanques, pero no pasaba nada. Se ubicaron a lo largo de Palma, en cada esquina de acceso. Había un decreto de Cubas ordenando que restablezcan el orden y protejan la zona. Tarde. Oficialmente había cuatro muertos para esa hora, y heridas entre 50 y 100 personas. Se cree que en verdad murieron alrededor de 10 personas, aunque no hay datos claros al respecto. Ayer sábado, por ejemplo, fue encontrado el cuerpo de un joven que había subido al techo de la Cámara de Diputados y fue alcanzado por una bala. Ahora mismo escucho por la radio sobre un joven con muerte cerebral a causa de dos balas. (Obs: Murió en la mañana del lunes 29).

 

Para esa hora, ya estaban terminando de quemarse los autos y camiones que sirvieron de barricada, y la plaza estaba arrasada. En lugar de pasto había barro, las veredas estaban convertidas en cascotes, había basura por todos lados, un insoportable olor a pipí donde habían sido instalados baños portátiles, vidrios, restos de petardos, de todo.

 

Cuando terminó de aclarar, hacia las seis de la mañana, llegó Marcelo Duarte (diputado) y leyó ante la gente que quedaba el acuerdo al que se había llegado con los militares: dejar las plazas vacías enfrente al Congreso y protegerlas con militares. Los oviedistas tendrían una zona sobre el P. Independiente a partir de 15 de Agosto hacia el Palacio de Gobierno; nosotros la zona de la Catedral y calles aledañas. El ejército quedaría además sobre Palma y revisaría a quienes ingresen para que no portasen armas. A las plazas y al Congreso ingresarían solamente parlamentarios, funcionarios del Congreso y prensa.

 

Así se hizo y la sesión del juicio político se llevó a cabo con normalidad desde las 13 del sábado. Frente a la Catedral se juntó una multitud dolorida y furiosa, que pedía constantemente la renuncia de Cubas. Los oviedistas cada vez son menos. El país está repudiando los hechos. Ayer, dormí un poco por la mañana y fui por la tarde nuevamente a la plaza. Ahora, domingo de mañana, se está desarrollando la misa del domingo de ramos en la catedral y hay muchísima gente, lo escucho por radio. Dentro de poco iré de vuelta, aunque me prepararé para estar desde la madrugada de mañana, cuando se espera que sea definido el juicio político, que comenzará a las siete y media. Espero que no pasemos la vergüenza de que Cubas no sea destituido. Aunque no sabemos qué puede pasar, cuál será la reacción oviedista ante la destitución, es lo que espera la gente decente y digna que todavía queda en este país tan pobre y sufrido.

 

Cubas tiene sobre su conciencia la muerte de los jóvenes, ya que podía haber impedido la masacre. Y encima, lo niega y miente al decir que hubo gente muerta y armada en ambos bandos. Es una vergüenza para el país. Oviedo, quien supuestamente estaba preso, anda campante maquinando sus próximos pasos, hay gente que lo vio. Todo es una mentira. Son asesinos.

 

Bueno amigas/os, les seguiré contando de todo esto después. Hagan fuerza desde lejos y estén al tanto. Sé que están aquí de corazón.

Clyde

nombres de las víctimas del Marzo Paraguayo