• 19 Ago 2011

1. Los derechos tienen cuerpos

Los derechos humanos sólo pueden ser entendidos si se los aplica en seres con un cuerpo. Los derechos tienen cuerpos: siempre hay algún cuerpo que los ejerce. Los derechos precisan de cuerpos humanos.

La idea es que basta ser alguien humano, un ser con corporalidad humana, para tener titularidad, reconocimiento y ejercicio pleno de un conjunto de derechos que nos pertenecen a todas las personas, sin excepciones. Así, los derechos humanos se concretizan en cuerpos, en personas con cuerpos, que son quienes deben usarlos y disfrutarlos.

Sin embargo, esta comprensión de los derechos humanos no es aún la predominante en nuestra sociedad, donde más bien frecuentemente se entiende y actúa de otra manera: todavía prevalece la idea de que hay derechos que son sólo para determinados cuerpos, aquellos que se ajustan a una comprensión binaria y cerrada del sexo, de la sexualidad, del género y de la identidad sexual y genérica de las personas.

Porque los cuerpos no son anónimos y homogéneos: los cuerpos humanos son sexuados (y esta sexuación humana es compleja y diversa, frecuentemente desmarcada del dimorfismo sexual predominante). Y el sexo no sólo es biológico, pues existe un enorme edificio de asignaciones culturales que lo configuran y que le dan sentido en un marco social. Y, además, los cuerpos sexuados tienden a desarrollar identidades, según diversos aspectos que caracterizan nuestra convivencia en colectivos humanos; entre ellas, la identidad de género, referida a cómo la sociedad comprende y significa el sexo (la naturaleza sexuada de los seres humanos).

Sobre la base de estas diferencias, que son de todas las personas, se han construido numerosas exclusiones.

 

2. Los derechos necesitan una voz propia

La idea de los derechos humanos y su vocación de universalidad, precisan que se hable de los cuerpos, de las sexualidades y de las identidades: que se los reconozca y asuma en toda su diversidad, como parte constitutiva y enriquecedora de la naturaleza humana. Sin embargo, la sociedad paraguaya se ha acostumbrado a aceptar sólo parte de las expresiones corporales, sexuales e identitarias como válidas, como aptas para gozar de todos los derechos.

Para romper con esta exclusión, es necesario tener voz propia: no sólo ser, sino además aparecer y hablar desde lo que se es, reclamando, proponiendo y ejerciendo derechos. Ser y hablar desde cada quien, con voz propia y sin intermediarios, es un imperativo para la ampliación y el ejercicio de derechos.

En mi opinión, éste es el sentido fundamental y pionero de la presentación que hoy se hace del material elaborado por Panambi, la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros del Paraguay. Esta Guía dirigida a las personas trans para la exigibilidad del derecho a la salud y el respeto de nuestra expresión e identidad de género tiene un carácter pionero: es la voz de un sector invisibilizado para los derechos (aunque muy visibilizado como blanco predilecto de la discriminación), excluido de los servicios y colocado en los márgenes de la sociedad. Hoy tenemos aquí a una organización social que toma la voz en nombre propio y, además, propone al Estado y a toda la sociedad una real ampliación de los derechos.

 

3. El Estado debe abrirse a los derechos

Los derechos humanos se trabajan de cara al Estado. Es esta organización, que nos pertenece a todas las personas que somos ciudadanas en un determinado territorio, la llamada a dar concreción real a los derechos. Cuando el Estado sólo reconoce a unas personas y no a otras, o sólo brinda servicios a determinada gente, está negando a los derechos humanos.

Por ello, hay también un gran avance para los derechos humanos en el sólo hecho de que estemos aquí en el local de un ministerio[1], junto con personas a las que hemos dado mandatos y responsabilidades públicas, compartiendo la presentación que hace Panambi de este material. Representa una apertura del Estado paraguayo a los derechos humanos, a la inclusión de quienes se han visto injustamente excluidos de la idea y de la aplicación práctica de estos derechos.

Si esta apertura y este tipo de prácticas se consolidan, y sobre todo si se traducen en políticas que arraiguen en el Estado paraguayo, si se concretan en normas y en servicios, podremos decir que dimos un gran paso al frente para una sociedad inclusiva y con respeto a los derechos humanos para todas las personas. Y ésta es la manera de construir una sociedad verdaderamente democrática.

 

Presentación de la Guía dirigida a las personas trans para la exigibilidad del derecho a la salud y el respeto de nuestra expresión e identidad de género, elaborada por Panambi. Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros del Paraguay.

 

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[1] La presentación fue realizada en el local del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social del Paraguay, con presencia de la ministra Esperanza Martínez.