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MANIFIESTO DEL PARO DE MUJERES PARAGUAY – 8M 2020

Hoy, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, nos convocamos para reivindicar la lucha por el trabajo y la vida digna de las mujeres en Paraguay. Estamos agradecidas por la resiliencia de nuestras ancestras y unidas por un futuro feminista para las generaciones que nos siguen. Hablamos hoy por Francisca, Gumercinda, Carolina, María Dolores y todas las mujeres asesinadas, nosotras las trabajadoras, campesinas, indígenas, afrodescendientes, lesbianas, transexuales, que sentimos sobre nuestros cuerpos las múltiples desigualdades de este sistema capitalista, colonial y patriarcal.

Paraguay fue calificado como uno de los peores países para ser en mujer en Latinoamérica. Los hombres dedican solo 7 horas semanales a trabajos de cuidado mientras las mujeres dedican 12 horas. Las mujeres trabajan 18 horas en la semana en tareas domésticas mientras los hombres 5. De cada 10 mujeres, 7 trabajan de manera informal y precarizada. Solo el 35% de cargos directivos para toma de decisiones están ocupados por mujeres.

Ante estas múltiples violencias e injusticias, ¡nos levantamos!

En el campo, denunciamos los continuos desalojos y las expulsiones de nuestras tierras. El Estado defiende al agronegocio, el narcotráfico y los grandes productores, en lugar de proteger a las familias campesinas e indígenas productoras, quienes protegemos las semillas nativas y las bases materiales para la vida. Rechazamos la militarización territorial que nos violenta y desvía presupuesto público a gastos militares, mientras que en los hospitales, escuelas y colegios faltan recursos e infraestructura.

Repudiamos los proyectos capitalistas y extractivistas en la ciudad, que implican violencia y dependencia económica para las mujeres y en especial para las bañadenses. Nosotras construimos nuestro bañado con nuestras manos y sostenemos la sociedad con nuestro trabajo de madres, trabajadoras domésticas, recicladoras, gancheras, maestras, cocineras, niñeras y limpiadoras; sin embargo, seguimos trabajando bajo condiciones precarizadas.

Denunciamos el trabajo informal de largas jornadas, sin contratos, seguridad social ni salario mínimo. Denunciamos el trabajo formal donde nuestros derechos laborales siguen sin cumplirse. No nos contratan o nos despiden si estamos embarazadas y nos siguen pagando menos que a los hombres incluso cuando tenemos la misma o mejor formación. Si somos niñas pobres trabajamos como criadas, si somos lesbianas nos discriminan y acosan, y si somos transexuales ¡nos niegan el trabajo!

Somos nosotras las que sostenemos las familias con nuestro trabajo dentro y fuera del hogar. Cuidamos a todas las personas, adultas, niñas, ancianas y con discapacidad. Al no existir políticas de cuidado recae en nosotras la responsabilidad de la ausencia del Estado. Rechazamos la privatización del ya insuficiente Instituto de Previsión Social, y el ataque a los fondos jubilatorios.

Denunciamos la persecución y acoso laboral a mujeres sindicalizadas, y los despidos masivos y arbitrarios, como los que ocurren hoy con las compañeras periodistas y de medios de comunicación. El monopolio creciente de medios de comunicación deteriora la situación laboral de las y los trabajadores de prensa, que además nos quita libertad de información.

Repudiamos a los hombres que, históricamente, han entregado nuestros recursos, y se han enriquecido a costa de nuestro desarrollo como pueblo. Un ejemplo claro son los barones de

Itaipú, que una vez más están negociando para entregar nuestra soberanía energética y territorial.

Frente a todo esto, las mujeres no nos rendimos, porque somos guardianas de semillas, productoras, trabajadoras, docentes, estudiantes, políticas, militantes, deportistas, artistas y obreras. Nosotras somos las verdaderas defensoras de la vida, sostenemos los vínculos de nuestras comunidades y, ¡venimos juntas y organizadas!

Exigimos que el Gobierno, a través de sus instituciones, impulse la educación de calidad para todas, sin ninguna forma de discriminación o exclusión. Reclamamos oportunidades justas y reales de formación y trabajo, acceso a programas sociales y servicios básicos de salud. Que nuestros derechos se traduzcan en planes de acción concretos en las próximas elecciones de intendencias y concejalías.

Exigimos el respeto de nuestros derechos laborales, la erradicación de la precarización, tercerización y privatización de servicios del Estado; el fin del trabajo informal, la restitución del reposo de maternidad con salario y el respeto a la lactancia; establecimiento de guarderías, permisos para exámenes médicos y el fin de la explotación laboral, sobre todo de niñas y adolescentes.

Exigimos el respeto a todas las mujeres sindicalizadas que sufren persecución; el reconocimiento del trabajo y la sindicalización de las trabajadoras sexuales, y el cumplimiento de las leyes laborales para trabajadoras domésticas remuneradas. Queremos sindicatos que defiendan de verdad nuestros derechos y más mujeres como dirigentes.

Exigimos políticas de cuidado con enfoque de derechos, con ajustes razonables y un diseño universal, que permita el reparto igualitario del trabajo de cuidado. Exigimos la protección de los fondos jubilatorios, el fortalecimiento del IPS y la jubilación para mujeres que hacen trabajos de cuidado no remunerado.

Exigimos entornos laborales libres de toda forma de violencia, acoso, discriminación, y explotación. Que se ratifique y se cumpla el Convenio 190 “Sobre la Eliminación de la Violencia y el Acoso en el Mundo del Trabajo”. Que, en todos los espacios académicos, se aprueben protocolos de prevención e intervención para casos de acoso, violencia de género y discriminación. Además, exigimos Educación Integral de la Sexualidad científica, laica, feminista y con perspectiva de derechos.

¡Exigimos investigación y justicia al abuso y asesinato de todas las mujeres indígenas, trabajadoras sexuales y travestis que las instituciones garantes de derechos cumplan su función!

Exigimos que el Estado establezca como prioridad la promoción y el fortalecimiento de la agricultura campesina agroecológica y el cuidado del medio ambiente, a través del acceso a la tierra, defensa y mantenimiento del territorio. Que, teniendo como criterio central la protección de la salud de la población, legisle y controle efectivamente la utilización de los agrotóxicos.

¡Basta de desalojos de indígenas y campesinas! ¡Basta de persecución en el campo!

Llamamos a toda la ciudadanía a recuperar la soberanía de Itaipú para nuestro desarrollo y proteger nuestro territorio, utilizar el 100% de la energía que nos pertenece y dejar de pagar la deuda ilegítima.

¡Queremos soberanía energética contra la precarización del trabajo y la crisis climática!

Las mujeres paraguayas, unidas y diversas, nos hemos ganado, con organización y lucha, todos nuestros derechos. Esta vez no será diferente, por eso seguiremos defendiendo la tierra para quienes la trabajan, educación y salud de calidad, trabajo digno, una vida libre de violencia y una sociedad con condiciones de igualdad para todas las personas.

Sabemos que un mundo diferente es posible porque nosotras YA lo estamos construyendo.

¡BASTA A LA PRECARIZACIÓN LABORAL Y PERSECUCIÓN SINDICAL!

¡BASTA AL DESALOJO DE COMUNIDADES CAMPESINAS E INDÍGENAS!

¡BASTA DE VIOLENCIA, DISCRIMINACIÓN Y ABUSO!

Insistimos, ¡NUESTRO TRABAJO Y NUESTRAS VIDAS VALEN!