• 18 Ago 2009

Moli Molinas Cabrera // John Lennon dijo esto en tiempos de la guerra de Vietnam, y yo siempre pienso en esta frase frente a la guerra silenciosa de la violencia contra las mujeres, que en verdad nada es silenciosa sino silenciada. Siguiendo con John, vivimos en una época en la que se considera obsceno hacer el amor, mientras la violencia se practica a plena luz del día.

Es inevitable pensar en esa frase frente a la violencia de una sociedad que exacerba el heterosexismo, como patrón de “normalidad”, cerrando los ojos olímpicamente a las caras y cuerpos de mujeres golpeadas, mujeres que “no sirven para nada”, mujeres “gordas y feas”, mujeres “putas”, mujeres y niñas violadas, asesinadas, torturadas. Idalina, Rosita, demasiados nombres, demasiado duelen…

Y sin embargo, es considerada “normal” la construcción de la identidad masculina como contraria (o su eufemismo “complementaria”) a las mujeres, ser hombre es no ser ni parecer una mujer, ser hombre es dominar, ser hombre es usar la fuerza, ser hombre es poseer cuerpos sin importar los sentimientos, avasallar… Estas y otras construcciones son fruto de la división heterosexista del mundo, que al mismo tiempo que proclama la “diferencia” sexual como parámetro de normalidad, exacerba una “complementariedad” obligatoria y violenta para los cuerpos y la subjetividad humana.

Esta violencia es obscena, esta violencia no es sutil, esta es una dictadura opresiva que cotidianamente oprime, no respeta vidas, culturas, tradiciones ni derechos humanos, pero esta violencia no está en el ranking de la agenda de los medios ni de las noticias.

Una de las características de nuestro tiempo es tratar estos temas como insignificantes y “normales”, cuando tienen la magnitud de una guerra. Por eso no puedo evitar pensar en la frase de Lennon cuando alguien habla de “anormalidad” para determinar los límites de la expresión de la sexualidad e identidad humanas, fuera de la inaceptable violencia de la opresión de una persona sobre otra, de un cuerpo sobre otro.

En nombre del heterosexismo y su “normalidad” autoproclamada se pretende quitar algún derecho a alguna persona, limitarle la expresión de su existencia, de su cuerpo, de su identidad y de su vida, colocarle el rótulo de “anormal” por identificarlos como “homosexuales”.

Carrie Prejean, Miss California, piensa que a estas personas se les debe quitar el derecho a formar una pareja y casarse ¿sólo este derecho? ¿Es esto normal y no violento? ¿Qué derechos es legítimo quitarles para que no sigan existiendo libremente? “Haga patria, mate un puto” decían las paredes de la dictadura. ¿Acaso el derecho a la vida? ¿O en estos tiempos modernos sólo se pretende limitarle algunos derechos civiles? ¿Cuáles derechos civiles? ¿A quién más hay que quitarle derechos?

La anatomía del cuerpo de las mujeres, de las adolescentes y de las niñas no es compatible con el heterosexismo violento y cotidiano, que les quita el derecho a la vida y la integridad. ¿Hasta cuándo esto será normal? La única anatomía que no es compatible es la del maltrato, el abuso y la violación. Y no habrá ley natural que imponga esta “complementariedad” abusiva como “normal”.

Lo que nos hace humanos, si algún sentido le queremos encontrar a la palabra “normal”, es la anatomía del amor como iguales, del placer elegido, libre, responsable y compartido. Y sobre todo el hecho simple de reconocernos como humanos y con derechos por el simple hecho de existir, sin que ninguna excepción sea aceptable éticamente.

¿Será que alguna vez no importará que seamos hombre o mujer, ni la naturaleza de nuestra anatomía, sino que seamos solamente personas? (parafraseado de Trainspotting: 1996).


 

* Las ideas expuestas en esta nota son de exclusiva responsabilidad de la autora, no representan la postura de ninguna organización.

*Artículo de Gustavo Olmedo en: Última Hora Digital