• 19 Dic 2016

Hace un par de días se dio a conocer la determinación de un restaurante de Asunción de prohibir la entrada a senadores y senadoras que apoyarían la reelección vía enmienda.  Este tipo de escrache se ha vuelto en los últimos tiempos una herramienta de protesta social. Lo que llama la atención es que en el afiche al final se lee “23 y 1 quemado”.

¿De dónde viene esta “ingeniosa” frase? El 1 de setiembre de 1959 apareció muerto en su casa el conocido locutor Antonio Aranda en su casa del Barrio Obrero. A partir de ahí se desató la más grande persecución que la dictadura de Stroessner realizó hacia personas homosexuales. Se dijo que Aranda era homosexual y que, por lo tanto, el crimen era, tal como lo calificó la prensa del momento “un crimen entre amorales”. A partir de allí, toda persona que era (de quien se decía era) homosexual, fue preso y torturado “acusado” de homosexual. Había hombres y mujeres. En el contexto de esta “investigación”, la prensa de la época dio a conocer que existía una supuesta lista de “108 amorales”. Se cuenta -aunque esta versión no ha sido nunca del todo corroborada- que hubo un “desfile” de amorales en una céntrica calle. Este desfile fue inmortalizado con la siguiente caricatura.

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Los “108 y un quemado” representan lo peor de la represión de la dictadura a quienes eran (o se pensaba que eran) homosexuales y a cualquiera que se saliera de la “norma”. De acuerdo al informe de la Comisión de Verdad y Justicia, el Estado paraguayo todavía debe reparar y tomar medidas de no repetición para que este tipo de hechos no vuelva a suceder. Parte de las medidas de no repetición tiene que ser conocer lo que ha sucedido y no permitir que nunca más algo así se repita en Paraguay.

Pero no, parece que antes que esto, es mejor “defender la democracia”, celebrando la represión. Vale la pena leer la obra “108” de Erwing Augsten, que es, probablemente, la mejor investigación que se ha hecho sobre este caso. Tal vez si la leemos y comprendemos, dejen de hacernos gracia o de parecer ingeniosos los chistes que ensalzan la represión.


  • 14 Dic 2016

Vivimos tiempos donde la palabra “violación” está en boca de todo el Paraguay. Se está discutiendo la posible violación de la Constitución Nacional por el tratamiento de la enmienda para la reelección presidencial.

En medio de esto, pareciera muy sencillo comparar la violación de una norma con la violación sexual a una mujer. El día de ayer apareció este cartel en una manifestación.

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Hace unos días durante el tratamiento del proyecto de ley contra la violencia hacia las mujeres, más conocida como el proyecto de ley #PorEllas, se propuso que la violencia política fuera considerada una forma de violencia contra las mujeres y sancionada como tal. ¿En qué consiste la violencia política y de donde viene el concepto? En nuestra región se viene discutiendo la paridad democrática, que consiste básicamente en una medida para superar la histórica discriminación que sufren las mujeres que implica la obligatoriedad de colocar un 50% de mujeres en las listas de candidaturas para cargos públicos. Hay países como Bolivia, donde la paridad es ley y a partir de esto se ha visto que se está generando una forma particular de violencia contra las mujeres políticas que consiste en el uso de la violencia de género para obligarlas a renunciar de sus cargos o apoyar una u otra postura, aún en contra de su voluntad. Como ya no pueden “evitar” que ellas accedan a los cargos, lo que hacen es coaccionarlas para que los abandonen o para torcer su voluntad en determinadas situaciones ¿Cómo se da en la práctica? Con amenazas como la que recibió la Senadora Fonseca. ¿Por qué es una forma de violencia de género? Porque se utiliza exclusivamente hacia las mujeres por el hecho de serlo ¿Alguien vio alguna amenaza de violación hacia Cartes o Lugo, siendo que ellos son los señalados como responsables de la situación? No, porque la amenaza de violación va dirigida principalmente contra las mujeres por el hecho de serlo. Pero hace pocos días unos senadores consideraron que la violencia política no necesitaba ser sancionada “porque no existe en Paraguay” o “porque no es tan grave”.

Las mujeres somos criadas en lo que algunas autoras, como Melissa McEvans llaman la “cultura de la violación” que “es un conjunto de creencias que estimula la agresión sexual masculina y apoya la violencia contra las mujeres. Es una sociedad donde la violencia se considera sexy y la sexualidad violenta. En una cultura de la violación, las mujeres reciben una continua amenaza de violencia que abarca desde comentarios sexuales a tocamientos o violación en sí. Una cultura de la violación aprueba el terrorismo emocional y físico contra las mujeres como norma”.  En esta “cultura” se inscribe la banalización de la violación, tal como se realiza en una caricatura publicada por el Diario Última Hora, donde, de nuevo, se “juega” con el término violación para utilizarla indistintamente como violación de la norma y como violación sexual.

Uh violación

Para decir #NiUnaMenos, la violación sexual de las mujeres no puede ser considerado un asunto banal que pueda ser objeto de chiste. No es aceptable que la amenaza de violación hacia una senadora sea un argumento utilizado en un debate de tanta transcendencia. La violencia contra las mujeres no es un chiste, no puede ser minimizado ni justificado.