Ni tan pobres como para estar en la lista del subsidio que el gobierno otorga, ni con tantos recursos como para que los bancos y las cooperativas les otorguen créditos en medio de la incertidumbre mundial de la pandemia, las mujeres de las poblaciones que los economistas llaman “vulnerables”-aquellas que no están en la pobreza pero podrían caer en ella- son algunas de las principales afectadas por las medidas ante la llegada de la COVID19 a Paraguay.  Además, hay actividades dirigidas mayoritariamente por mujeres, como las del turismo, para las que el impacto de  las medidas para afrontar la pandemia es muy severo. // Por Fátima  E. Rodríguez


La intelectual feminista Silvia Federici, en su primera visita a Paraguay en 2017, advertía sobre los peligros de los microcréditos para las mujeres. Y si bien aquello de “volver a lo común” que ella propone como alternativa  al mercado financiero, podría adquirir significado en las ollas populares que las mujeres organizan en los bañados de Asunción o en los barrios populares, salirse  del capitalismo,  todavía es una utopía. El coronavirus viene a plantear estas y otras discusiones sobre “lo común” cuando lo que se pide es “aislarse”.

¿Grupos de Microcréditos o Grupos de Ahorro?

María V. González vive en el departamento de Caaguazú de Paraguay en una zona semi rural. Ella y sus vecinas tienen un grupo de crédito de diez mujeres. ¿Cómo funciona? Se reúnen para acceder a una línea de crédito que se otorga a mujeres mediante una fundación.  Si una de las diez no puede pagar, el grupo debe responder por todas.  María V. ya tiene 59 años, pero siempre está trabajando. Hace empanadas, chipas y hasta tiene  un pequeño comercio en su casa. Es madre de 4 hijos y su marido está enfermo.  Aun así, todos los ingredientes de la chipa, como la harina de maíz, la leche, el queso, salen de su terreno donde conviven sus animales y sus plantaciones.  Ella se levanta a las tres de la madrugada todos los días. Cuando no llega a juntar el dinero para la cuota del crédito con la venta de empanadas,  vende un animal o sale ella misma a ofrecer las chipas en la entrada de un colegio público que queda a dos cuadras de su casa.

“De hambre no he de morir,  pero estoy desesperada por las cuotas de la fundación. Porque si bien nos dijeron que nos esperarían los tres meses  cuando se anunció la cuarentena ¿de dónde voy a sacar el dinero para pagar después? ¿Y mis compañeras? A veces, cuando no llegábamos, hacíamos actividades, vendíamos comidas para juntar dinero. Ahora, no hay actividades escolares para vender chipas ni empanadas,  no hay dinero. Intenté vender un cerdo y no pude. La gente no tiene dinero. No se puede salir ni se puede entrar en nuestra comunidad.   Me inscribí para la ayuda del gobierno, pero no fui adjudicada. Claro, el crédito de 14 millones de guaraníes (2.187,50 USD), que sacamos en diciembre y estábamos devolviendo entre las diez mujeres, salió a mi nombre, porque la asesora de la fundación dijo que yo era  la única que no tenía deudas en los bancos, y no porque me sobrara, sino porque siempre mis hijos me ayudan”, dice María V. En el buró de crédito ella tenía condiciones porque, ante cualquier problema, solía pedir auxilio a sus hijos que trabajan de albañiles en Buenos Aires, Argentina. Pero sus hijos tampoco están trabajando ahora. “Es mucho dinero, es más de dos millones  de guaraníes mensuales (más de 350 dólares), porque se devuelve en 6 meses y si mis compañeras no llegan, además de que no entré ya para recibir ayudas, voy a sumar una deuda a mi nombre”, dice María V.

Gilda Romero vive en la ciudad de San Lorenzo, del Departamento Central, cerca de la capital paraguaya. En diciembre de 2019, junto con otras madres que son beneficiarias de un programa del Estado que se llama “·Abrazo”, del Ministerio de la Niñez,  fundaron un grupo de ahorro con el asesoramiento de otra fundación. ¿Cómo funciona?  Las madres se comprometen a hacer un pequeño ahorro del dinero para cumplir una meta: “útiles de los hijos, arreglar la vivienda, comprar las mercaderías para iniciar el negocio, comprar un electrodoméstico como heladera o lavarropa, comprarse unos lentes o pagar un estudio médico”.

El gobierno de Paraguay fue uno de los primeros en tomar las medidas de aislamiento social en la región para evitar la propagación del Coronavirus.  El 12 de marzo, ya estaba con aislamiento total. Sin embargo, las ayudas para las poblaciones más pobres y vulnerables tardaron semanas en llegar.

Gilda Romero dio su testimonio en la tercera semana. “Mi meta personal en principio era ahorrar para invertir en un curso de formación para manicurista, el propósito de mi ahorro era invertir en mi formación lo depositado, pero con esta situación del Coronavirus, hemos decidido utilizar este ahorro para no tener que salir a la calle a trabajar y para comprar los alimentos de la canasta familiar”, contó  Gilda para un sitio de la fundación que les ayudó a crear el grupo.

“Mis compañeras integrantes del grupo se encontraban todas en situaciones similares de necesidad de comprar alimentos. Si no hubiéramos tenido este ahorro, nuestra situación hubiera sido más difícil aún, porque no tendríamos cómo resolver la necesidad”, dijo.

Gilda y sus compañeras también viven de pequeñas ventas como María V.  Ahora saben que no cumplirán las metas, pero gracias al ahorro pudieron aguantar la tercera semana  de aislamiento. El gobierno hizo llegar ayuda recién en la cuarta semana.

Actividades afectadas

Para la feminista Lilian Soto, en Paraguay, como en otros países, las mujeres han acusado un fuerte impacto de las medidas de aislamiento social, por el aumento de la violencia en los hogares y porque el sector de salud y de cuidados está claramente feminizado; además, menciona que las actividades comunitarias como las ollas y comedores populares están principalmente a cargo de las mujeres, y ciertas actividades económicas dirigidas mayoritariamente por mujeres, como las relacionadas con el turismo, están totalmente paralizadas.

“Las medidas de distanciamiento social están siendo implementadas en todos los países para intentar frenar la pandemia de COVID 19.  Esto implicó el cierre de fronteras en muchos de ellos y por tanto, la cancelación de viajes tanto internacionales como nacionales a nivel mundial. En Paraguay, la medida establecida significó también la prohibición total de traslado de una ciudad a otra durante la Semana Santa, periodo en el cual una gran parte de la población aprovecha para viajes de turismo interno, actividad que desde hace unos años está dando un gran movimiento a las posadas turísticas y que ahora se ha visto frenada”, explicó Soto.

“Esta paralización de las actividades turísticas está afectando a las mujeres en una medida importante. De acuerdo a datos globales, las mujeres están sobrerrepresentadas en sectores altamente afectados por la crisis como el turismo y el transporte aéreo entre otros. En Paraguay, en el sector turismo, el 90% de las posadas turísticas del país está dirigida por mujeres así como el 80% de las agencias de viajes, de acuerdo a fuentes del sector[1] , y estas empresas han sido  fuertemente afectadas con las prohibiciones de movilidad,  y probablemente sean las últimas cuyas actividades sean normalizadas” sostuvo.  “Urge que haya medidas específicas en esta área para que la brecha de género en la autonomía económica no se amplíe”, agregó.

 

“Vivas, libres y sin deudas nos queremos”

¿Cuántas mujeres están con deudas como María V.  en Paraguay? ¿Cómo resuelven las deudas en este tiempo de la pandemia? ¿Se pusieron en cuarentena también las deudas? Algunos bancos, financieras y cooperativas anunciaron que “esperarían” a sus usuarias o clientes por tres meses, pero estos anuncios, para muchas mujeres, sólo implicará una acumulación de las deudas, sobre todo si no están trabajando. En Asunción,   los supermercados de las grandes cadenas estuvieron abiertos en horario normal, pero  las mujeres del Mercado 4 de Asunción, en las primeras semanas,  lloraban en las entrevistas por televisión por el impacto de las medidas tomadas por el gobierno. Finalmente el mercado fue vallado y cerrado por disposiciones de las autoridades.

Una mujer mayor en el Mercado 4 de Asunción. Foto: Alejandra Gómez

Según los datos del Encuesta Permanente de Hogares del año 2019[2]  las brechas entre hombres y mujeres en el empleo, el salario y la participación política claramente desfavorecen a las mujeres en Paraguay:

  • De cada 10 hombres,  8 integran la fuerza laboral, mientras que de cada 10 mujeres aproximadamente 6 forman parte de la misma. La tasa de desempleo alcanzó 5,6%, siendo las mujeres las más afectadas: el 7,7% de ellas estaban desempleadas en comparación con el 4,1% de los hombre.
  • Con respecto a la población ocupada según categoría ocupacional, los hombres se concentran en dos categorías: Empleado/Obrero Privado (48,3%), seguido de Trabajador por Cuenta Propia (30,2 %), mientras que la categoría Cuenta Propia agrupa a la mayor proporción de mujeres (31,1%), en segundo lugar la categoría de Empleado/Obrero Privado (26,1%) y en tercer lugar, la categoría Empleado Doméstico (17,0%)
  • El ingreso promedio mensual de la población ocupada asciende a aproximadamente 2 millones 300 mil guaraníes, el ingreso promedio de los hombres es de 2 millones 500 mil guaraníes y el de las mujeres es de 2 millones guaraníes, con una brecha en los ingresos de alrededor de 500 mil guaraníes a favor de los hombres. Teniendo en cuenta las categorías ocupacionales, las diferencias más importantes se dan entre las personas que trabajan como independientes, dónde la diferencia es de 775 mil guaraníes a favor de los hombres.

 

Los datos sobre la situación financiera de las mujeres en Paraguay son muy generales, y cuando se refieren a  servicios financieros como créditos, ahorros y seguros son muy deficientes en cuanto a la desagregación por sexo. Si bien el Banco Central del Paraguay (BCP) publicó en el cuarto trimestre del 2019 como «Indicadores y datos de bancarización» números diferenciados por sexo, todavía son datos solo de instituciones financieras formales que están obligadas a informar al BCP.  Las mujeres tienen accesos limitados a estas  instituciones financieras formales pues como lo indican los datos de la DGEEC, sin siquiera entrar a analizar si están formalizadas o no, las mujeres están mayoritariamente en el sector de «Trabajadoras por Cuenta Propia»,  y las informaciones sobre las deudas o microcréditos para las mujeres que trabajan como «cuentapropistas» más vulnerables como María V. González no están incluidas en este informe porque las financieras, las fundaciones, casas de electrodomésticos o prestadores de dinero, como los de los mercados populares, no están obligados a informar al BCP. De todas maneras, los datos del Banco Central del Paraguay muestran que el único lugar donde las mujeres le llevan ventajas a los hombres en números es en la deuda de pequeños comerciantes. 138.906 créditos otorgados a mujeres  frente a 129.446 créditos otorgados a hombres en la categoría «comercio al por menor».

 

Datos del BCP

 

A estas situaciones en desventaja debe sumarse los anuncios del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS) de que 43 mil trabajadores se encuentran con suspensión del contrato de trabajo laboral durante el primer mes de las medidas de aislamiento social para prevenir el Covid19, pero  no hay datos aún de cuántos de esos empleos corresponden a hombres y cuántos a mujeres.  Por otro lado, los datos sobre las ayudas del gobierno no ofrecen desagregación por sexo, pero sí sabemos que las cuentapropistas no podrán vender sus productos a los beneficiarios, porque la ayuda se realiza mediante transferencia bancarizada,  con un producto financiero específico que sólo puede ser utilizado en los comercios habilitados. Estos comercios son en su mayoría parte de las grandes cadenas de supermercados.

“Vivas, libres y desendeudadas nos queremos” es un slogan planteado por algunas economistas feministas. El feminismo tiene propuestas de utopías (futuro)  como salirse del mercado y resignificar “lo común” como plantea Silvia Federici y también tiene  análisis de realidad (presente), como las implicancias de las deudas en la actualidad, que estudia Verónica Gago. Ante la pandemia,  en varios países, las teorías económicas al menos debaten sobre la “Renta básica universal”.  En Paraguay, la economista Verónica Serafini de CADEP ha intentado colocar algunos elementos para pensar la desigualdad  en el libro “Pandemia y salud” pero otros economistas se pusieron en la vereda del frente para darle más bien manija a la idea de una  “reforma del estado” en plena pandemia con claro propósito de achicamiento estatal, antes que discutir un impuesto al tabaco o a la propiedad inmobiliaria.

¿Qué hay después del coronavirus?   La respuesta vendrá con el futuro. Por ahora, las mujeres construyen el presente con ollas populares  en Paraguay.

Olla popular del Sindicato de Trabajadoras Doméstica de Itapúa (SINTRADI) en Encarnación.
Olla popular del Sindicato de Trabajadoras Doméstica de Itapúa (SINTRADI) en Encarnación.
Olla Popular en el Bañado de Asunción

 

 

[1] https://www.ip.gov.py/ip/mujeres-lideran-explotacion-de-posadas-turisticas-en-todo-el-pais/; http://www.cronica.com.py/2018/02/19/posadas-turisticas-mujeres-emprendedoras/; https://www.hosteltur.com/116370_paraguay-agencias-viajes-son-cosa-mujeres.html

[2] DGEEC, 2019. Disponible en: https://www.dgeec.gov.py/Publicaciones/Biblioteca/documento/f1a8_Triptico%20-%20Estaditicas%20con%20enfoque%20de%20genero-%20EPHC%202019.pdf