Por Edit López (*)

En un contexto campesino, como Santa Úrsula, Distrito de 3 de Mayo, Departamento de Caazapá, los ingresos monetarios cada vez son menos, se hace más difícil conseguir dinero. Con la pandemia, los empleadores (docentes, trabajadores públicos asalariados) se quedaron en sus casas y ya no necesitaron los servicios domésticos u otras changas que antes había, y los ingresos por remesas han caído casi en su totalidad. La venta de productos de la finca se redujo considerablemente debido a la baja del circulante, incluso los acopiadores disminuyeron sus actividades y llegar a los principales mercados se hace difícil por el aislamiento.

Pero en una comunidad campesina como esta “el dinero no lo es todo”, y la crisis ha hecho que resurjan costumbres casi olvidadas que ayudan no solo a sostener sino mantener bien en pie con buenos cimientos la economía local:

La autoproducción de alimentos, una buena huerta diversificada, aves de corral, un jardín de frutales diversos (banana, mburukuja, cítricos, etc., en orden de importancia), una lechera (vaca o cabra), una parcela de mandioca, son claves para reducir los costos de alimentación en un porcentaje muy alto

Los Intercambios: estos han sido clave para sostener los buenos cimientos económicos de la comunidad, la reducción de circulante ha permitido aflorar esta antigua costumbre de intercambios, de producto por producto: tomate por huevos, un pedazo de queso por almidón, un cacho de banana por un kilo de cebolla, etc.

La costumbre característica de los intercambios es que no se calculan los costos monetarios de los productos que se intercambian, a veces puede parecer injusto pero intercambiar significa darse la posibilidad de obtener un producto que no se tiene, y darle la posibilidad al otro de contar con un producto que le hace falta, va más allá de trato comercial, crea un vínculo, esto se evidencia con “si necesitas más, avísame”, “lleva nomás, cuando maduren tus tomates me devuelves el favor” “te voy a dar la semilla para que los tengas también”. Por supuesto que tener más que lo básico mencionado más arriba da la posibilidad de extender tus posibilidades de intercambios, incluso con productos de las tiendas.

Lastimosamente no existen cálculos cuantitativos de lo que aporta este tipo de economía para la comunidad, pero sin dudas que, sin ella, no sería posible resistir la crisis, no solo la generada por la pandemia sino la que en general viven las comunidades campesinas.

El trabajo de la mujer campesina ha sido clave para sostener todo esto, ella se encarga de la autoproducción en mayor medida, ella se encarga de los intercambios, ella es la que administra todo, ella es la proveedora del hogar en mayor medida. Esta situación puede ser motivo de conflicto en algunos hogares, al reducirse los ingresos monetarios, algunos hombres sienten poco interés en la autoproducción, y piensan que al verse involucrado solo en eso se subestima su capacidad, y puede ser incluso motivo de violencia.

(*) Integrante de la Organización de Mujeres Santa Úrsula (OSU Mujeres), del Distrito de 3 de Mayo, departamento de Caazapá.

 

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