• 19 Ago 2014

imagen campaña apoyo a Lucía SandovalMi feminismo es básicamente antiesencialista: podemos cambiar el lugar de subordinación histórica de las mujeres porque no es esencia ni naturaleza inmutable. Si así no fuera, solo cabría la resignación. El feminismo no es postular que todas las mujeres son “buenas” o “mejores”, sino una crítica profunda al lugar colectivo de las mujeres en la sociedad y en la cultura, y a las construcciones genéricas (elaboraciones culturales y sociales de la diferencia sexual) que lo han posibilitado.

El caso de Lucía Sandoval nos muestra crudamente cómo las mismas mujeres también portan los mandatos patriarcales de la discriminación: la fiscala acusadora es una mujer (María José Pérez de Giamperi), la abogada querellante es otra mujer (María Candia de Hermosilla). Sus argumentos desconocen todo lo que se ha analizado y trabajado para desvelar y desnaturalizar la violencia hacia las mujeres basada en el género y repiten estereotipos discriminantes. ¿Qué decir y hacer ante esto?:

– Que las mujeres no son inmunes al patriarcado, y a veces son además las más férreas portadoras de sus mandatos. Como muchos hombres, como cualquier persona.

– Que las feministas tenemos que luchar por erradicar los impedimentos para que las mujeres estén en los espacios de poder público, al mismo tiempo que trabajamos para que desde cualquier espacio social, político o estatal se trabaje en consonancia con la igualdad. Y que lo hagan todas las personas, incluidas las mujeres que aún no lo hacen.

– Que una justicia sin enfoque de género, de igualdad y de derechos humanos es gravemente perjudicial para la convivencia social. Puede terminar alentando la violencia y dando un mensaje de impunidad a quienes actúan desconociendo los derechos de las demás personas.

– Que el cambio social implica redistribución real del poder al mismo tiempo que transformación profunda de los principios que guían el ejercicio del poder.

Seguimos trabajando sobre todo esto y más. ¡Justicia y libertad para Lucía!