En este día de la mujer paraguaya se nos homenajea como las “gloriosas”. Voy corriendo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), que consigna varias acepciones. Tomo dos: 1) Digna de honor y alabanza y 2) “Que goza de Dios en su gloria, especialmente cuando ha sobresalido en virtudes o merecimientos”.
Pienso entonces que sí, hay muchas gloriosas que hoy están en el cielo (para las que creen en Dios y en la mejor vida en el paraíso celestial). Son aquellas mujeres, niñas y adolescentes asesinadas en el marco de relaciones de poder donde los hombres se creen dueños de sus cuerpos y de sus vidas. Son aquellas abusadas, maltratadas hasta morir.
Y a las que estamos vivas, para esta sociedad discriminatoria, patriarcal y autoritaria somos “gloriosas” porque somos dignas de honor y de alabanza. Dignas de honor cuando los hombres nos clasifican como “chicas serias” en contraposición a las mujeres “fáciles”. Y dicen que somos dignas de alabanza cuando en las calles, en los ómnibus, en nuestras propias casas, colegios o lugares de empleo, los hombres nos “alaban” cuando se pasan mirando nuestro cuerpo, nuestros senos, o cualquier otra parte del cuerpo de manera descarada, sin el mínimo respeto a nuestra autonomía sexual.
Y sí, quienes piensan que las mujeres paraguayas somos “gloriosas” son quienes continúan aferrados a pensamientos atávicos, o sea, aquellos que tienen un “comportamiento que hace pervivir ideas o formas de vida propias de los antepasados” (RAE).
Y porque somos cientos de miles de mujeres y niñas que luchamos contra esas formas de vida de aquellas épocas en que nos consideraban personas “sin alma”, personas sin capacidad de pensar, estudiar, sin derechos, sin poder votar o de rebelarnos al “orden establecido”, a la división sexual del trabajo impuesta por el machismo, la discriminación, la misoginia, decimos que no somos LAS GLORIOSAS.